Noviembre 2011
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Volví a perderme en la periferia para encontrarme en el centro de mi mismo. No hay nada como salir de casa y de uno para ampliar el campo visual y sentimental. Y volví a revisar mis obras perdidas, efímeras, expuestas a la intemperie, a los ojos del cielo y de las distraídas ovejas. Todo se transforma. Existir exige cambiar, manteniendo la misma esencia. ¡Qué hartura de filosofía barata y de falso simbolismo!
Miro la breve llanura que acaba en Carabanchel, en Orcasitas, en Villaverde; y leo la historia de este lugar que orbita en algún rincón de la periferia de Leganés; y cierro los ojos y leo en el lienzo de la tierra los signos que ya trazados, cuido. Como en un tablero de ajedrez, ver el siguiente movimiento. Como en un mesa de casino, ver el invencible trío.
Miro la breve llanura que acaba en Carabanchel, en Orcasitas, en Villaverde; y leo la historia de este lugar que orbita en algún rincón de la periferia de Leganés; y cierro los ojos y leo en el lienzo de la tierra los signos que ya trazados, cuido. Como en un tablero de ajedrez, ver el siguiente movimiento. Como en un mesa de casino, ver el invencible trío.
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