Septiembre 2016
I
En Tierra de nadie abundan buscadores de oro y tramperos, husmeadores de las afueras, enfermos de los adentros. Es el mito del far west que repite su fórmula en otros muchos lugares colonizados por el capitalismo y otras fiebres, solo que con mayor proporción de desencanto que de esperanza.
Tierra de nadie es un territorio maltrecho y maltratado, un despojo, pero también un superviviente de la frontera. Por ahora, porque las cosas pueden cambiar. Siempre lo hacen aunque no nos demos cuenta. Tierra de nadie no es exactamente el far west o la estandarización de un territorio, si no todo aquello que escapa a una sociedad legislada y a una racionalización del suelo. Sus señas de identidad son las del forajido, las del fuera de la ley, las del misántropo; pero también la de los amantes del caos y de la naturaleza.
En tierra de nadie hay bellos senderos y se oyen aves que cantan y graznan. Y disparos al aire. En tierra de nadie caben todos aquellos que carecen de lugar. Yo, don Nadie, hijo del señor de la Nada, me proclamo legítimo heredero de estas tierras. Mi potestad sobre estas tierras me autoriza para fundar un Estado, y como funcionario mayor someto a estos territorios a mis leyes y fronteras.
Yo, don Nadie, crearía un nuevo estado independiente destinado al arte. No sería necesario solicitar permisos de residencia, ni declaración de intenciones. Ya sabéis que lo mío es proponer utopías, recomponer épicas perdidas, recuperar el pulso de aquellos que se vieron marginados en un tiempo y que tan sólo proponían nuevos modelos de sociedad (véase los falansterios de Charles Fournier), vías de escape sostenibles como alternativas a la progresiva decrepitud del modelo social que actualmente abrasa a muchos de nosotros.
Tierra de nadie es un territorio maltrecho y maltratado, un despojo, pero también un superviviente de la frontera. Por ahora, porque las cosas pueden cambiar. Siempre lo hacen aunque no nos demos cuenta. Tierra de nadie no es exactamente el far west o la estandarización de un territorio, si no todo aquello que escapa a una sociedad legislada y a una racionalización del suelo. Sus señas de identidad son las del forajido, las del fuera de la ley, las del misántropo; pero también la de los amantes del caos y de la naturaleza.
En tierra de nadie hay bellos senderos y se oyen aves que cantan y graznan. Y disparos al aire. En tierra de nadie caben todos aquellos que carecen de lugar. Yo, don Nadie, hijo del señor de la Nada, me proclamo legítimo heredero de estas tierras. Mi potestad sobre estas tierras me autoriza para fundar un Estado, y como funcionario mayor someto a estos territorios a mis leyes y fronteras.
Yo, don Nadie, crearía un nuevo estado independiente destinado al arte. No sería necesario solicitar permisos de residencia, ni declaración de intenciones. Ya sabéis que lo mío es proponer utopías, recomponer épicas perdidas, recuperar el pulso de aquellos que se vieron marginados en un tiempo y que tan sólo proponían nuevos modelos de sociedad (véase los falansterios de Charles Fournier), vías de escape sostenibles como alternativas a la progresiva decrepitud del modelo social que actualmente abrasa a muchos de nosotros.
Habitar es una forma de exponer. Yo quería haber habitado en la sala del Julian Besteiro cuando expuse allí mis piedras. En tienda de campaña, en una cama, en medio de la sala, al estilo de Joseph Beuys envuelto en una manta. Manipular desde allí las luces y los sonidos; enfrentarme a los visitantes como una sombra que recorre la sala. Aguardo el tiempo para que se cumpla, aunque se haya cumplido ya en mi pensamiento, con tal fuerza y perfección que difícilmente la realidad pueda superar.
Gracias a la escritura por cumplir con esta performance. Gracias a todos los signos gráficos creados por nuestros antepasados, acadios, fenicios, griegos y romanos. Gracias a todos los que mediante la lectura me hacéis estar más vivo. Gracias a mis padres por dejarme ésta herencia, a mis amigos por ponerla en marcha, y a John Wayne por enseñarme tanta piedad sin necesidad de soltar las armas.
Gracias a la escritura por cumplir con esta performance. Gracias a todos los signos gráficos creados por nuestros antepasados, acadios, fenicios, griegos y romanos. Gracias a todos los que mediante la lectura me hacéis estar más vivo. Gracias a mis padres por dejarme ésta herencia, a mis amigos por ponerla en marcha, y a John Wayne por enseñarme tanta piedad sin necesidad de soltar las armas.
No comments:
Post a Comment