De nada sirve despertar a base de martillazos, de nada sirve guiarse por señales que conducen a la nada. He vuelto a mis campos después de casi dos meses y encuentro los símbolos de reactivación descompuestos, como si fueran fortalezas destruidas en un campo de batalla. Alguna máquina pesada destinada a la roturación de los campos o alguna cosechadora ha pasado por allí y ha triturado el martillo entero (qué paradoja!) y la mitad del templo circular. La lógica del mundo no necesita del proceder de los símbolos sino de veraces intercambios comerciales. La agricultura se impuso ya en el neolítico y con ella la gestión de los excedentes y el crecimiento urbano, -diría algún sabelotodo.
Recojo fotográficamente los daños causados. Como un inspector analizo la escena del crimen, me acerco a los cadáveres, examino las heridas mortales, huelo el dolor y detecto en el aire los moscardones de la muerte. El verano es hoy la masa putrefacta de un edificio desecho. Ciertamente es un material nuevo para la reflexión.
No he podido salvar a muchos de los maravillosos ladrillos que tanto admiraba, es más, he provocado su destrucción con la intención de exhibirlos y reactivar el lugar. Si los hubiera dejado en su sitio seguirían enteros, útiles para el olvido y la historia por decenas de años más. Tocar algo, por leve que sea, tiene sus consecuencias; tocar algo para modificarlo es asumir ciertos riesgos. Quién iba a sospechar que aquellas huellas de vehículos apenas perfectibles eran el sendero estacional de maquinaria agrícola. La lección está en bandeja: por muy atento que estés y por muy buenas que sean tus intenciones no estás a salvo de funestos imprevistos. Y no quiero más dramas.
Pienso en recoger los fragmentos, algunos en recomponerlos con colas y pegamentos,otros, los más dañados, en triturarlos del todo para extraer una arena rojiza. Pienso que pensar en estas tareas me alejan del verdadero meollo de la cuestión: seguir construyendo en otros parajes, seguir circunvalando la periferia de Leganés, como un antecesor nómada a esta desquiciada era. La temporada de recolección ha terminado por estos lares, pero antes habrá que sanar las heridas de guerra.