1.
Tiembla su voz en el templo mientras se derriten y tiemblan los cimientos. Tiembla mi voz y no rompe ni siquiera el silencio enjuto, amenazador. En la garganta las cuerdas vocales tiemblan al ritmo de un corazón tembloroso, y las venas bailan al son de la tormenta que amaina como ramas de sauces llenas de gracia.
Tiemblan las manos en el altar de la mañana, quietas en la mesa donde se acumulan las migas, las hambres y las lágrimas. Tiemblan las cortinas que bailan con la luz, y desnudas las ropas tiemblan, a cámara lenta, en las cuerdas tendidas al sol.
2.
Cada día nos sacuden los temblores de un terremoto nuevo. ¿O son, tal vez, réplicas de un primero?
3.
Tiene el templo columnas de gelatina y metopas de almíbar. Todo va al suelo. Indefectiblemente. La fe, las creencias, el amor incondicional. Todo rueda cuesta abajo haciendo repicar la tierra con tambores que anuncian una nueva guerra.
Tiemblan las nubes en los estremecidos cielos y las montañas tiemblan sobre las resquebradizas placas tectónicas. Las cuevas aúllan para expulsar sus temblores. Las piedras, en su inercia, entonan el temblor de sus entrañas, y los trilobites y ammonites se desperezan temblorosamente.
4.
Tiembla el llano con el granizo y las aves tiemblan en su planear inadecuado y tiritan los nidos en sus enramadas temblorosas.
Tiembla constantemente el mar y el río guarda corrientes temblorosas bajo sus párpados llenos de lágrimas.
Tiemblan los árboles y sus maderas crujen en graznidos y los vientos son el puro temblor que circula por los cielos temblorosos.
Tiemblan los dioses de las alturas y los demonios del inframundo. Todos tiemblan de pavor, miedo y vergüenza. Y yo entre ellos reconduzco todos esos temblores en un pulso epiléptico sobre el teclado.
Tiemblan las certezas, las prohibiciones y las fronteras. Todo supura el entrecortado del viento.
Tiemblan mis manos sobre tu carne inexistente. Tiemblan mis ojos en la calle que titila de arritmia pestilente.
Tiemblan los rayos del sol en su reverberación con el aire, y en los charcos tiemblan los pasos que das.
5.
¿Por qué tanto temblor? Se tiembla de miedo, se tiembla de dolor. O de ambas cosas simultáneamente. El miedo causa dolor cuando no se le vence, y como un cáncer avanza sobre el alma y devora el cuerpo. Berthand Russell dixit: "El miedo es la principal fuente de superstición y una de las principales fuentes de crueldad. Conquistar el miedo es el principio de la sabiduría". Estudien amigos, estudien, y cercenen las mil cabezas de la Hidra.
6.
El templo del Temblor es un limbo de polen eléctrico, una cápsula formada por alas de mariposas, un útero donde crece una nueva criatura. Antes fue la antesala del infierno, hasta que el diablo se aburrió y abandonó el lugar. En sus ruinas empecé a construir con una idea fija: configurar un quirófano para ángeles heridos donde opera la luz con su bisturí de oro.