I.
El sentido de una mano que pinta es el sentido de un elefante que busca agua. El sentido de una mano que pinta es el de las aves que emigran, solo que su vuelo se efectúa cuando coge las ceras y empuña la gubia. No hay más sentido, no hay más ser. Abandonarse al misterio de los impulsos es, en muchos casos, una excelente opción. Sé que la mano piensa por sí misma y traza su pensamiento. Abandonarse al instinto porque sé que la mano es un animal que camina conmigo y me hace recordar que siempre has andado y pensado con las manos.
II.
El misterio es una mano desconocida que traza garabatos, un aliento que levanta pompas de jabón. El misterio es una esfera vaporosa, un planeta gaseoso con anillos, satélites y demás joyas celestes. El misterio es un padre que te guía en la oscuridad y te deja en el mismo centro de esa oscuridad para que recuperes el sentido de orientación. El misterio levanta laberintos de plata.


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