_____________________________________________________________
Tonia Raquejo comienza así su breve ensayo titulado Cavernícolas contemporáneos:
"Se dice que el espacio pictórico no es más que un reflejo de la concepción que el hombre tiene del mundo en un determinado momento. De ser así, a la hora de estudiar el arte contemporáneo, supuestamente reflejo del hombre contemporáneo, nos encontramos con un hecho estéticamente insólito: el Homo Sapiens tecnológico regresa al mundo cavernícola para retomar las formas y símbolos del arte parietal que tan misteriosamente desarrollaron sus lejanísimos ancestros".
En el ensayo da cuenta de diversas analogías entre obras de Miró, Klee, Pollock, Picasso o Henry Moore con obras de eras prehistóricas. El hombre contemporáneo no es tan diferente al primitivo. Hay una pulsión que nos une a todos. Somos primates evolucionados, civilizados, pero primates al fin y al cabo. Ese testigo lo recogen las vanguardias de inicios del siglo XX. Tonia nos cuenta que, "algunos artistas, influidos por la búsqueda de lo primordial (tanto en el arte como en el hombre), volvieron a expresarse con una serie de símbolos y fórmulas espacio-pictóricas que recuerdan vivamente a las usadas por los prehistóricos aunque probablemente, en cuanto al contenido se refieren, expresen (si es que expresan algo en absoluto) cosas diferentes".
Y yo voy a insistir en ello, en la búsqueda de ese algo primordial que, por una parte, cumple con la función, casi ritual, de tomar conciencia de qué somos (más que de quién somos), y por otra parte cumple con una función depurativa del arte, en la cual, mediante la vinculación a las formas y símbolos ancestrales, nos desintoxicamos de la frenética realidad y de la paranoia de la innovación como motor evolutivo y creativo. No digo que se deba buscar siempre esa vinculación ancestral, pero sí recurrir a ella para reencontrarnos de algún modo con nuestros orígenes y esencias. Coincidiréis conmigo que a veces, y no pocas, parece que todo a perdido el norte, y que danzamos en un torbellino sin fin. Y cuando digo todo por supuesto que me incluyo.
Así amigos, saldré esta misma tarde y caminaré hacia donde no haya nadie. Cogeré unas ramas, unas hojas, unas piedras. Mi corazón también necesita amarlas.
Ese es, hoy por hoy, mi camino. Cuando tengáis el vuestro, por favor, contadme.
_____________________________________
Kitos, 4 julio 2010
La lámina está cojonuda. De qué está hecho el fondo?
ReplyDeleteSaludos
Me alegro que te guste, de verdad. Para sacar esa textura del fondo he tenido que rascar, simplemente, con mis escasas uñas. Está hecho sobre un cartón blanquecino, el cual te permite empapar la superficie para dejarla blanda. También se puede conseguir con un trapo, lo aplicas cuando has empapado la zona, así absorve lo sobrante de tinta y al frotar se levanta la superficie.
ReplyDeleteUn abrazo.
Pues el resultado es bastante bueno. Sigo animandote para que expongas tus trabajos. Verlos todos juntos tiene que ser una pasada.
ReplyDeletePues el resultado es bastante bueno. Sigo animandote para que expongas tus trabajos. Verlos todos juntos tiene que ser una pasada.
ReplyDeleteGracias Rubén, y no sólo por tus ánimos, que los necesito. Lo de exponer no sé cómo hacerlo, soy un inútil total para gestionar mi trabajo.
ReplyDeleteUn abrazo