Enero 2012
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El caserío de hojalata es la mansión de nuestra pobreza, donde crié a mis hijos y los exploté a mi antojo. El caserío de hojalata es el cortijo donde albergo un gran rebaño de ovejas y cabras. Los fríos de enero nos obligan a hacer grandes hogueras donde calentarnos, al tiempo que quemamos los desperdicios del pasado año. La limpia de la llamas nos alivia doblemente, y acercamos las manos, las patatas y las ropas mojadas. El caserío de hojalata no es más que un amplio cobertizo, pero para nosotros, cercanos soñadores, es todo un reino de riquezas de pobres e intrigas de inmigraciones.
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