Thursday, 22 December 2016

EN LA PUNTA DEL ICEBERG (on the rocks, in the bar)





Lugar: La Ñ
Ubicación: Plaza de La Fuentehonda
Localidad: Leganés (Madrid)

***
1.

Desde un principio el iceberg {montaña de hielo} me pareció la escusa gráfica más acertada que pudiera haber imaginado para expresar un nuevo recorrido por el planeta piedra. Hay en el iceberg diferentes elementos sumamente atractivos para el artista contemporáneo. Su dimensión conceptual es la primera que destaca, y lo hace, principalmente, en dos sentidos.

Por lo visto, en psicología existe la llamada teoría del iceberg de Hemingway, basada en la existencia de aquello que vemos a simple vista. El resto, lo que no vemos, pasa inadvertido, no existe. Tenemos una información que es la parte consciente y visible, y tenemos otra parte inconsciente e invisible con otra información que está fuera de nuestro alcance.

Esa última parte es el trabajo, lo que no se ve de cada iceberg que muestro, su gestación y la producción de glaciares en la cámara de mi habitación, la congelación de la vida, la tarea inconsciente de crear un pedazo de hielo al que amarrarse para aplacar el fuego interno y  así, tal vez, ocultar o disimular el temblor que nos arrebata. En el filo de la navaja, en la punta del iceberg.

Era más sencillo referirse a Freud para establecer un paralelismo entre iceberg y ser humano, entre el diez por ciento de lo que mostramos y el noventa por ciento de lo que somos. Pero ya he dedicado mucho tiempo a la psicología para decir ahora la verdad: que no me interesa. Que muestro cada iceberg como un autorretrato. Ese pedazo de hielo del que no logro salir.

2.

El lado conceptual que me interesa del iceberg tiene dos vertientes: su naturaleza aislada, que lo pone en relación directa con la descontextualización del objeto, y su naturaleza desprendida, que  responde a la fragmentación sin fin y relaciona todo lo micro con lo macro. 

Además, el iceberg no deja de ser una gran roca de hielo, una piedra exenta de la ley de la gravedad, cualidad indispensable de todo lo pétreo. La piedra dotada de capacidad de movimiento. Otra joya teórica. Por último me interesaría realizar una obra en formato vídeo, en el que se vería el desgaste de la piedra-hielo hasta su completa desaparición. 

3.

Prácticamente, en todas las  obras procuro mantener el equilibrio y la forma estandarizada del iceberg, marcando bien la línea de flotación, que es la línea indispensable que define al iceberg, como barrera de calma y frontera ante los misterios de nuestra alma, o de nuestra psique.

Bien es cierto que detecto el reto en otra parte, en apartarse del guión y ofrecer nuevas visiones y posibilidades de la forma inicial. Véase por ejemplo el último de los cuadros, donde la línea de flotación es sustituida por un rectángulo vacío, indicando con ello que es una zona de transición y no una línea la que marca la división definitiva.

La naturaleza del iceberg brinda varios frentes plásticos que me interesan. Uno de ellos es su potencial para  la abstracción. Su segmentación continua invita a la división constante; y esa es otra manera de resolver la figura. Una deconstrucción delirante que encuentra en la geometría su mejor aliada. Creo que en este sentido me he visto influido por la obra de Pablo Palazuelo, especialmente, quien afirmaba que la geometría estaba en el corazón de la vida, y que "es la medida de la materia (...) y la exploramos para intentar conocer lo desconocido."

También he utilizado el hilo (y la aguja para perforaciones sutiles) a través de diferentes cosidos del papel para “dibujar“ y construir íntegramente los icebergs, o bien para complementar a la línea gráfica o al grabado. Es el caso de tres de las obras que muestro, tituladas Skyline, donde el hilo construye una forma geométrica que se superpone a diferentes pruebas de grabados en planchas de fotopolímero.

4.

En cualquier caso, mi propuesta es así de fría: ofrecer la configuración del frío (dentro de la estructura de la piedra), de un equilibrio gélido (así obra el bien), de una forma (de pensar también), de un espacio (en sí puro caos) que se mantenga firme y a flote, aunque a la deriva.

De hecho, el ir a la deriva es otro de los rasgos intrínsecos a todo iceberg; el ir a la deriva arrastrado por las corrientes oceánicas, como motivo de un desprendimiento, o como sentido en el sinsentido de vivir.  Frío. Afectos fuera. Frío, con todos sus beneficios. Me imagino descongelado dentro de mil años. ¿Sería un eslabón de promesa para la humanidad?...¿O el virus a exterminar? Poco o nada importa.







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