I
Sigo de gira con El Charly por los confines del mundo. En los límites de la civilización emerge entre la mugre la flor del arte, e impregna a su alrededor el tufo de la verdad, como si un extraño aliento pudiera humanizar tanta violencia. Y ya es otra cosa que ese límite donde se acumulan las tóxicas cáscaras de la sociedad de consumo. Los confines del mundo pasan a ser un escenario desfronterizado que sirve para ilustrar tanto a Beckett como a Rulfo, y donde pronto rodarán la siguiente entrega de la saga de El planeta de los simios.
II
El Charly me lleva a hombros para enseñarme lo que hace y deshace antes de que sea demasiado tarde. Concebir este territorio desahuciado como una inmensa galería de arte sin obras de arte, como un museo al aire libre sin funcionarios ni visitantes, tendido y liberado de inauguraciones y textos explicativos. Concebir este territorio como un nuevo habitat para salvar al arte, como un cultivo experimental donde se refleja el mundo que el futuro nos reserva. Concebir este territorio como una huerta donde se retira Cándido.
III
Marginarse es su forma de entregarse. De entregarse a las garras de un mundo salvaje que solamente él sabe domesticar. De esa manera toma la tierra y la hace suya. En las nuevas tierras salvajes que el hombre contemporáneo ha creado él reina sin súbditos. Su deambular está acompañado de una corte de sombras que iza el viento y estira la materia. Yo sólo puedo acompañarle, soltarle los grilletes, darle curso y vía de escape. Como un niño inventa parajes lejanos y salvajes. Yo sólo puedo acompañarle, soltarle los grilletes, darle curso y vía de escape. Porque su libertad es condicional.
Ya no sólo veo a Brossa, a Tápies, a informalismos o a Charlys. Veo una actitud quijotesca que nos acerca a la lucha por lo utópico en medio de la molicie, y en esa lucha se producen disparatados episodios de una tragicomedia que enfrenta locura y cordura y que se llama a sí misma vida. Y seguimos de gira, aunque su final es inminente y ya tengamos flores y guirnaldas en su tumba.
IV
Ya no sólo veo a Brossa, a Tápies, a informalismos o a Charlys. Veo una actitud quijotesca que nos acerca a la lucha por lo utópico en medio de la molicie, y en esa lucha se producen disparatados episodios de una tragicomedia que enfrenta locura y cordura y que se llama a sí misma vida. Y seguimos de gira, aunque su final es inminente y ya tengamos flores y guirnaldas en su tumba.
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