El neumático es uno de los desperdicios más abundantes y contaminantes de cuantos existen. Creo esta alarma con total rotundidad a fin de vencer la languidez con que se afrontan las tesis ecologistas y el escaso compromiso que a todos los niveles hay al respecto.
El neumático es uno de los elementos compositivos más interesantes de los que dispongo. No escondo que personalmente vea en el neumático un objeto a mi alcance con fines meramente estéticos, como tampoco escondo que hay en ello un "llamar la atención" para que sean retirados. Con ello cumplo con el principio básico del arte efímero y limpio -aunque sea escuetamente- mi sucia conciencia.
Digo que con estas sencillas acciones me enfrento a la pasividad personal y a no limitarme a contemplar y asumir el caos que a menudo me rodea. La pasividad social, la pasividad local y la pasividad estatal, hacen casi imposible coordinar programas de cooperación de limpieza de espacios periféricos realmente efectivos.
Por eso yo me curo en salud y hago y deshago lo que está en mi mano.
Cada neumático en sí encierra su propia historia, su propio rodaje. Es imposible saber por dónde han transitado, lo cual invita a la fabulación, a la ficción. Lo que sí es posible es determinar su edad. Gracias al desgaste que presenta cada neumático se podría calcular los kilómetros realizados. ¿Quién se pondría a investigar semejante despropósito, para qué?
El desgaste de cada neumático es además su huella dactilar. Uno de los proyectos gráficos que se podrían realizar consistiría en hacer registros de cada montonera, documentarlos, exponerlos y reutilizarlos de algún modo, o bien, como esculturas en sí mismos, es decir, descontextualizarlos y exponerlos en salas, patios o jardines. Otros modos de reciclaje podrían basarse en parque de juegos. Las posibilidades son inmensas.
Estas acciones y fotografías han sido realizadas en los límites Villaverde Alto, Usera y Orcasitas.
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