Saturday 24 November 2012

UNA FÉRTIL INCÓGNITA (y el vuelo del dragón)



Cualquier contraste en el pentagrama del campo es una incógnita que hay que despejar, porque formular con ella hipótesis puede dar mucho juego y resolver algunos enigmas que se esconden en nuestra historia.

Las incógnitas a menudo incomodan. Menos en ésta ocasión. El viento nos ha traído un globo de farola hasta el centro de una llanura recién arada. O es que la luna ha bajado para germinar éstos campos donde abundan los lunáticos. O tal vez haya caído del cielo un objeto aún no identificado. Aunque, como es tiempo de setas, lo mismo resulta que ha brotado un hongo extraño, que caprichos de la naturaleza se han visto más raros.

 Porque lo que no me voy a creer es que sea un huevo que ha mutado y crecido extraordinariamente. Creer no, pero imaginar desde luego. Y quién nos dice que a punto está de resquebrajarse el cascarón y que en breve nacerá un espeluznante  dragón en guajarreta. En Leganés ya estamos acostumbrados a convivir con bestias legendarias y otros monstruos, tengan la forma que tengan. 
Se cree que bajo Leganés hay un gran lago (véase la cadena de charcas: polvoranca, butarque, la fortuna, lagosur...), y que sus tierras, ricas en sustratos y en "légamo" es excelente para la huerta. En otras eras la región estaba poblada de abundantes aves y mamíferos. Pero los depredadores escaseaban. La razón hay que buscarla en lo que se cree aún que es leyenda. En la cúspide de la pirámide trófica se situaba el dragón, un superdepredador extinguido cuyo esqueleto está por descubrir. Y será difícil, pues la estructura ósea del dragón tiene peculiaridades perversas. Al igual que las aves, cuyos huesos son más ligeros para facilitar el vuelo, el esqueleto del dragón además de ligero era altamente inflamable por los gases que contenían. De tal manera que al morir y tragar su última expiración ardía y explotaba, como si se tratara de un avión. Morir y arder, y convertirse en la llama que se desvanece en el cielo. Y en la historia. 
Actualmente, Cuatro Vientos, a escasos kilómetros de Leganés, es un aeródromo del Ejército del aire. Es decir, el nido -o cueva- del dragón. De un dragón que ha sabido adaptarse a los vulgares tiempos que corren, y ha sustituido su aspecto ancestral por el maquinal. La dilatada y exitosa historia (1) de Cuatro Vientos vincula ciencia y poder con los aspectos mágicos y legendarios de los dragones.

Pero basta de ridículas relaciones, que ya me lo estaba creyendo hasta yo mismo. Sí lo que quiero es montar en helicóptero (2) y documentar desde el aire mis dominios con el amigo PLC para completar un trabajo como lo haría el mismísimo Robert Smithson.
A ver sí lo cumplimos, monstruo!!!
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1. Hacia 1921/1922 se creó el Laboratorio Aerodinámico, teniendo como pieza principal el famoso túnel aerodinámico en circuito cerrado. El túnel aerodinámico de Cuatro Vientos llamó mucho la atención y fue muy elogiado, teniendo como uno de sus más apreciados visitantes a Albert Einstein, el cual vino a Madrid en 1923. (fuente aquí)

2. Juan de la Cierva, inventor del autogiro, realizó hace justo cien años el primer trayecto en autogiro entre Cuatro Vientos y Getafe. Es lógico -y de cajón- que sobrevolara el territorio donde trabajo. La siguiente obra ya está hecha en mi cabeza.

3 comments:

  1. Ummm...tierra de enigmas y dragones, no tenía ese concepto de Leganés...No deja de sorprenderme tu visión artística de todo. Yo diría que es un balón que se le ha escapado a un niño y que no ha podido rescatarlo, ante las airadas amenazas del labriego, que no quiere que le pisoteen su campo recién arado.

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  2. Jajajaj, en Leganés puede ocurrir cualquier cosa, que la realidad supera la ficción. Y me gusta la fábula que me planteas. Creo que ese niño ya ha recuperado su balón. No sé aún cómo se las ha apañado: unos dicen que el muchacho amenazó a su vez al labriego, haciéndole creer que iría todo el colegío a rescatar el balón, otros dicen que fue más sutil, y que hablando con el labriego le hizo entender el valor de un balón y que hiría él mismo con una pala para levantar la tierra que a su paso dejara aplastada.

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    1. Me ha recordado cuando, jugando de canis en el barrio, se nos colaba el balón en el tejado del Ahorramás. Para cogerlo primero teníamos que colarnos en un jardín vallado y después trepar por ladrillos y rejas. Subir hasta allí era toda una conquista, recuperar algo tan apreciado como un balón era devolver la vida al barrio. Gritos de júbilo de todos nosotros, chiquillos, que corríamos y botábamos el balón como la primera vez, mientras los viejetes nos reprendían por el riesgo que habíamos corrido. Moraleja: mientras no recuperemos el objeto del juego y venzamos al miedo la vida puede quedar paralizada.

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