____________________________________________________________
Con los días, esta galga que encuentro por los campos que recorro, se ha vuelto querida, tanto que ya tiene nombre. Me ha costado un paquete de galletas y otro de salchichón conseguir esta esquiva cercanía. Pero andar en su compañía, aunque sea sólo un rato, no tiene precio. Su existencia me conmueve tanto como las soledades por las que ando. Creo que es el habitante natural de esas tierras, y no lo que todos pensáis, que es uno de los muchos perros abandonados que vagan erráticos por los terruños de España. O al menos este precioso ejemplar se ha salvado de la soga.
Es mejor no pensar que es lo que le ha hecho preferir la soledad a la compañía. Pero es un alivio saber que no ha pasado por la salvajada de la soga.
ReplyDelete