Febrero 2012
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Casi dos meses han transcurrido y hoy se me ocurre pulir esta entrada y sacarla del saco de los borradores. Con ustedes: Segunda calavera:
Casi dos meses han transcurrido y hoy se me ocurre pulir esta entrada y sacarla del saco de los borradores. Con ustedes: Segunda calavera:
Disculpadme por mostraros cráneo tan siniestro. Los restos orgánicos dan un aspecto realmente espeluznante, pero otra es la alegría que hoy albergo. Meses buscando un cráneo en medio de los campos y en una semana éste es el segundo que encuentro, justo en la semana más fría de lo que llevamos de invierno. ¿Casualidad? ¿o es que el frío y la muerte mantienen una vieja alianza?
El cráneo, la calavera o la osamenta, es el símbolo por excelencia de la temida y soñada muerte. Se utiliza en señales viales (peligro de muerte) en productos tóxicos y ondea sobre dos tíbias en los mástiles de los barcos más "ilegales." En México le rinden pleitesía, devoción, culto. El Día de Muertos es la mayor festividad del calendario para esas joviales gentes. Tal vez el tequila y el peyote tengan algo que ver. Algo que, sin duda, le faltó al principe Hamlet.
Será el simbolo por excelencia de lo más siniestro que podemos imaginar, sin embargo, ella, la pelada calavera, parece partirse de risa. Un ejercicio que los amigos Rubén y Bevar bien supieron poner en práctica. Con todo ello, el siniestro cráneo encontrado ha despertado en mí más simpatías que repulsiones y que el intenso frío del invierno augura más descubrimientos de los que cabría esperar. Aunque quizas todo haya sido una cuestión de paciencia y dar tiempo al tiempo, de lo cual Cervantes sabía un rato: "Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades". Pero no os demoréis en vuestras búsquedas, no sea que la muerte os alcance y os deje así, esbozando una sonrisa al otro lado del tiempo.
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