⇎⇎↟⇎⇎
No sé cómo ni cuándo el papel fotográfico recogió ésta singular transferencia. Quería yo que sirviera de marco y soporte al dibujo de tintas y ha servido para hacer un curioso duplicado, un grabado luminiscente que recoge el fulgor oculto de un contacto. Ha sido un accidente feliz que la luz ha obrado a mi favor para mi sorpresa y deleite.
Me habla del paso del tiempo con la claridad del tiempo pausado que nada espera, ese tiempo igual a todos los tiempos, pero incomparable. También me habla de los principios fotográficos que intervienen en los elementos que habitualmente manejamos y de cómo la vida y el arte aparecen y desaparecen como afortunados fantasmas que husmean entre nuestros enseres. Digamos que tienen más de duendes que de espectros.
Todo se deshace como el barro, todo se transforma, sin embargo hay veces que unos fenómenos se anteponen a otros y surgen reacciones inesperadas, como misteriosas premoniciones sin aparentes duelos. La desaparición de la imagen está cercana, por ello contiene ya el vértigo que todo lo engulle y se alza ante el resto, ante lo que aquí queda y vemos como ruina -que no obra, como un milagroso testimonio del olvido.
La premonición del fin de la imagen, de la existencia, de esa desaparición, es la advertencia de lo pasajero, de la vida con o sin contenido, de lo efímero. (Nuestras acciones son otro cantar). No tenemos en cuenta nuestra respiración hasta que, ajenos a todo, se nos aparece la esfera sagrada que anuncia lo último. Y entramos en la antesala de radiografías con el paso de unas ruinas andantes. Entonces los ojos emiten su última flourescencia, la misma ruina de los pasos que me han llevado a esta sorda contemplación de una obra sin transcendencia. Ya sabía yo que para algo me valdrían aquellos pesados paquetes de papel fotográfico caducado. Pero, ¿sabía yo que serían portadores de apacibles espíritus que nos vienen a recordar lo efímero y prosaico de esta lucha?
No comments:
Post a Comment