Sunday, 24 February 2019

PEGASO NO ES SOLO UN CABALLO ALADO (mitomanías)



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Título:  Pegaso no es solo un caballo alado.
Técnica: Acrílico y rotuladores sobre papel verjurado.
Dimensiones: Din A3
Año: 2018
Precio estimado: 60 €
Autor: Carlos Medel Redondo


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El Pegaso de verdad tiene las alas de los dioses, y en sus pezuñas rezuman nubes eléctricas. Tiene Pegaso el oro de toda Asia, el bronce de la mitad del Peloponeso y la plata fundida de la Mezquita Azul. Tiene Pegaso el pulimento de las  islas Cícladas y en su noche alberga un mapa de las constelaciones mayores con los diamantes de la Corona Británica.

Podría seguir enumerando las virtudes del Pegaso de verdad, del mitológico -que no deja de ser una sublime fantasía-; podría seguir describiendo las riquezas que atesora -sin saberlo él, pero decido no cansar por el bien común.

Aclarar que he pasado con él cien aventuras y en ninguna le he visto flaquear, y que es ésta quizás la virtud más asombrosa, lo más insólito y sospechoso de este breve relato, semblanza de un dibujo pintado posteriormente por mis aún torpes manos. Pegaso es mi amuleto, sea o no verdadero, sea o no mentira, sea o no una falsificación, aunque actualmente esté a la venta y su precio sea incalculable.


Tuesday, 19 February 2019

LA AUSENTE PRESENCIA (sobre cuatro palos de madera)



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I

                      Mirar ésta silla es como situarse frente a alguien, a alguien cuya ausencia se convierte en el hecho más destacado de mirar ésta silla. Es la ausencia, el vacío, el abandono, la desaparición la que se dibuja en la silla fotografiada. El plástico -danzante al viento- ondea en forma de memoria vaporosa, de fantasma atado al respaldo de la silla que se agita desconsoladamente. Pienso sin querer en Marina Abramovich, sentada e inerte, mirando a los ojos de alguien que ya no está. Cuidado. Mirar a los ojos es siempre una experiencia. Y cuidado: mirar a los ojos de una silla es siempre peligroso.

Son ya algunos de mis queridos amigos los que se han ido sin avisar, los que se han despedido para siempre a la francesa y jamás les he dedicado unas líneas. La muerte les alcanzó sin previo aviso. Su lugar nadie lo puede ocupar. Fueron únicos, formidables, ingeniosos, generosos y nobles. Cada uno ha dejado una silla vacía en medio de un llano y un hueco insondable en mi memoria que, de vez en vez, rememora la luz -y algunas sombras- de aquellos que se fueron avisar. 

II


                     La silla parece nueva pero representa el cuerpo de un alma rota. Con una capa de plástico atada al respaldo de la silla he conseguido simular esa despedida que no es otra cosa que un funeral íntimo. Ondea en homenaje a sus recuerdos, levísima bandera blanca, transparente, llena ya de paz, luz y descanso. Solo quiero honrarles. Ondea en sus memorias como una camisa sin otra patria. Ondea suavemente para convocar a aquella fuerza salvaje e indómita que -curiosamente- les caracterizaba tanto.

Siempre estamos yéndonos. No permanecemos quietos ni dormidos. A ojos del resto tampoco estamos quietos, nuestra imagen se enciende y apaga, se alarga y encoje, se estira y mengua, aparece y desaparece como centellas, como auroras boreales.  Ni siquiera las estatuas de  insignes y nobles personajes escapan a la ilusión de irse corriendo. O volando. Los avatares de este mundo no le son tampoco ajenos. Las palomas siguen defecando sobre su nariz.

III

Discurre la historia entre la destrucción y la creación, entre la lucha y la paz, entre la armonía y el caos, entre el dolor y el placer, entre la alegría y la tristeza, entre la esperanza y la desesperación, entre la nostalgia y la rutina, entre el colapso y la recuperación, como decía aquel. Discurre la vida entre dos raíles paralelos, entre dos vías y dos direcciones sin final alguno que no sea la próxima estación. 

He aquí el único asiento en el andén del cielo, con parada en tierra santa. Los aviones siguen pasando sin hacer parada, la vida viaja por los veloces corredores de un hotel sin recepcionista. Y aún no sabes cuál es tu habitación. Quizás esta habitación sin muros, donde tan solo una silla te espera, esa silla que ahora te dice que te vayas, que hagas tu vida, que aquí solo se sientan los ángeles de quienes hoy convocas, y alguna rapaz que otra. 

Monday, 11 February 2019

EL TERROR DEL OLVIDO (restos no oficiales)




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Ficha técnica


Título: "Restos no oficiales"

Año2016

TécnicaGrabado Calcográfico + cosidos (2018)

Medida plancha:  200 x 215 mm.

Medida papel/ tipo: 230 x 255 mm. / Canson Edition 250 gr.

Edición: Sin editar / Obra única

Estimación económica: 120 

Autor: Carlos Medel Redondo





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I



La memoria histórica nace de un cúmulo de huesudas razones y dolores soterrados; y aún se puede decir que no ha nacido. 

(Primer inciso: Hoy, muchos días después de lo escrito a continuación, leo: Vox presidirá la comisión del Parlamento andaluz encargada de la Memoria Histórica).


Se podría afirmar que la memoria histórica es una floración de la muerte más allá de la mente, un despertar repentino de la conciencia que invita a la Justicia divina a intervenir en los asuntos terrenales. En la superficie de nuestros días, la memoria deja al tiempo de lado y así perdemos el rastro de nuestros antepasados, haciéndonos los suecos entre el vómito constante de las pantallas y su tumultuoso fragor. Sin embargo, una floración de la mente ha traído la Historia a cuento.  La memoria histórica es una extraña flor que germina entre los huesos, como una médula convertida en hiedra que trepa por las columnas de nuestras espaldas y nuestras conciencias.


Es esa flor putrefacta que esparce el polen de los crímenes e injusticias sin resolver; esa especie de resistencia al no menos putrefacto franquismo que se resiste a desaparecer, a tantos años de opresión, traición, mutilación, mutismo y silencio absoluto. Y tampoco es así exactamente. Veamos. 



II

La memoria histórica es una reivindicación justa que la democracia española lleva cuarenta años desoyendo, pese a su formulación e implantación como ley bajo el gobierno de Rodriguez Zapatero, y después derogada bajo el mandato de Rajoy. Está claro pues que la implantación de dicha ley depende del signo político que gobierne. En la actualidad, Pedro Sánchez, títere de occidente y de sí mismo, hace lo que puede o lo que le dejan hacer y veremos si consentirá que el PP y Vox deroguen otra vez la Ley de Memoria Histórica (entre otras leyes) en Andalucía. 


Los derroteros que la política actual sigue son los del abismo. Tan pestilente es el banquete que acontece al sur de Despeñaperros que los de olfato fino salen huyendo despavoridos. Pero es igual, el tufo llega a todos los rincones de la península ibérica y nadie puede decir que no le afecte de un modo u otro. 


Vox es la moda política más rancia y peligrosa de toda la historia de la democracia española. Es tan rancia como maleducada y sanguinaria. Mis alertas personales han saltado y siguen sonando en mis adentros. Espero tener el temple necesario para dirigir a mis ejércitos, si antes tengo el coraje necesario para convocarlos. Vox está de subidón y con ese subidón es intratable. Pero, ¿quiere decirse entonces que van hacer y decir lo que les dé la real gana?


El auge que la ultraderecha está experimentando tiene diferentes causas. Además de Cataluña y la supuesta quiebra de la unidad de España, la bestia emerge de la desmemoria cotidiana (por el terror que supone revivir aquello) y del olvido que el estado ha destinado a las víctimas de La Guerra Civil Española -y de la posterior represión, no menos sangrienta y dolorosa. La desmemoria cotidiana es causa y consecuencia, a su vez, de los traumas y humillaciones sufridos y de esa perniciosa creencia que niega de la memoria para no despertar y causar más dolor del habido.



III

La justicia no ayuda a los cobardes, ni tampoco valora a los valientes, al menos la justicia de hoy en día., esa que solo entiende de partidos, sobres y puertas giratorias. Ay, división de poderes, ay Montesquieu, quién te recuerda! ¿Cuándo quebraron tus sagrados límites; cuándo profanaron tu nombre? 


Por lo demás, no deja de ser curioso cómo aquí en España, donde tras décadas se sigue apostando por una producción cultural (tanto en el cine como en la literatura)  que trata de lleno el tema  de La Guerra Civil,  digo, no deja de ser curioso el papel que la sociedad ha tomado al respecto. No se ha conseguido curar las heridas sino evidenciarlas. Ese ha sido el papel de la cultura guerracivilística, no sé si consciente de ello, el papel de traductor de una memoria dolorida, en estado de agonía constante mientras se disputan aún los testamentos de Franco.


La situación de crispamiento actual se debe a una confluencia de factores, entre los que está presente esa terrible herida. Ríos de tinta y celuloide que nos han alejado del terror del olvido para acercarnos al terror de la memoria. El tiempo no cauteriza la pólvora en sangre, la encapsula. Porque, aparte -llámenme paranoico- veo cómo la Guerra Civil no ha terminado. Vivimos en una guerra civil constante que recrudece los odios y sus líneas de ataque. Veo hermanos, amigos, vecinos enfrentados en ese tenso silencio que hemos heredado, mitad de agotamiento mitad de rabia. Ese silencio que puede estallar en cualquier instante. 



IV

No veo rencor en desarrollar la Ley de Memoria Histórica y de su definitiva  e innegociable implantación, es más, es un derecho, un reconocimiento de los Derechos Humanos generales, y en particular, un reconocimiento a esas víctimas, restos no oficiales enterrados como perros en el olvido. Un reconocimiento a ese dolor insuperable de los muchos españoles que un día dejaron de ver a sus familiares y amigos. Esos entornos familiares estuvieron duramente castigados y humillados. El daño ya está hecho pero su reparación aún no se ha puesto en marcha. De la dignidad de los vencidos nada se ha dicho. No vaya a levantar subceptibilidades y los señoritos se den por aludidos. 


Esa montaña de restos no oficiales es ya una cordillera que separa la sentimentalidad de los españoles en al menos dos bloques. Los mismos bloques -y bandos- que se enfrentaron hará ahora más de ochenta años. No sé a qué se han dedicado los políticos en estos últimos cuarenta años. La democracia parecía la fórmula de la reconciliación nacional, pero de poco o nada ha servido. Las heridas de la guerra están a flor de piel. Ningún daño ha sido reparado. Novelistas y cineastas se afanan producciones de esa temática, y hay quienes afirman que seguimos viviendo en un régimen pseudofranquista y que la Transición fue sólo un trasvase de recipiente político, una operación de transmisión de poderes a los fieles y adeptos del dictador, con mínimas concesiones como la Ley de Partidos o los Estatutos de Autonomía. Todo con sus trampas bien urdidas.

A decir verdad, la democracia ha servido a los intereses de quien custodian dicha democracia. Ya sabemos que enmendar un país no es igual que reformar el sistema de cañerías o el tendido eléctrico de una urbanización. En todo caso es una asignatura troncal pendiente que tiene nuestra democracia desde su misma creación y representa un suspenso en todos los campos, además de evidenciar una clara falta de sensibilidad. Claro que, hablar de sensibilidad a una máquina -la del estado- es tan inútil como clamar en el desierto. Parece que el continuismo del "antiguo régimen" no es sólo una sospecha y que la tan aclamada y ejemplar Transición española fue otra chapuza propia de nuestro adorado país, por mucho que se empeñen en hacernos creer lo contrario los manuales de historia oficial y sus cómplices. 


V

Nadie ni nada puede borrar la huella de cuarenta años de dictadura de un plumazo. Su poso y sustento está presente en varias generaciones -se habla con acierto de franquismo sociológico- y su eliminación será una tarea a largo plazo, si es que en verdad cuaja una conciencia reparadora de los crímenes de nuestro pasado. Y eso nunca ha sido así. Queda asumir que la historia, como siempre, es terrible y desagradecida, y que nuestra tarea es tanto asumir nuestra propia historia como alejarnos de ella, en tanto en cuanto no se puede vivir con el insoportable peso que acumula en nuestras conciencias. 


Por eso, seguimos con la desmemoria histórica como estrategia de supervivencia y de paz social. Podemos volver al pasado tan pronto como queramos, pero que sea con cuidado infinito. El odio rebrota cada vez que la memoria histórica se aplaza nuevamente, pues no deja de ser otra injusticia de otro tiempo que nos asalta en el presente. Que ese odio no despierte en nuestras podridas conciencias neoburguesas es otra tarea que tendrá que desarrollar la democracia, si es que en verdad quiere mantener la convivencia pacífica de sus partes. 


Tal vez España no tenga solución -ni sensibilidad, ni valor, ni razón de ser-. Tal vez España sea una mala fórmula fronteriza, un resto abominable del pasado que deglute todo el presente. España, bella como Helena en el interior del laberinto, ensoñación sin bandera ni himno. España, no más que una quimera donde vivo, salto y grito. España, madre adoptiva de nacimiento que me enseñó a odiar por odiar la diferencia de pensamiento. España, rebaño loco, cainita y risueño. Quiero decirte, sin rencor que me duele amarte, pero no lo consigo. Y no me duele quererte hoy que contra ti despotrico, porque ahora sé que estás raptada por la ineptitud atemporal de tus políticos.




VI

Te muestro a ti mi capote colorado, vestido de luces voy, Lorca en pie -saludo al aire, fajín alto -bien colocado, que arremeto contra la fiera como un forzsado. Que a este toro hay que lidiarlo aunque te llenes de barro. Y ojo, no matarlo, que algo hay que aprender de nuestros vecinos lusitanos. El arte de la lucha te ha enseñado que se puede vencer a monstruos y gigantes con la razón en una mano, y en la otra, ay, en la otra un collar y un diccionario. 


Seguirá escribiéndose la leyenda negra de este hermoso país al oeste del Mediterráneo, hermoso país también temerario, que siempre está vistiéndose de fiesta, cuando no de luto, sangre y canto. Está escrito en lo más alto: pasto somos de buitres desalmados, que uno y otro bando permitió  dejar al toro -o la Vaquilla- morirse de hambre en el llano. El toro, símil hoy del pueblo bajo, muge en la noche desangrada, pidiendo que le devuelvan los olivos y las montañas. Muge hoy un montón de huesos en silencio descoyuntado. Y todos escuchan pero callan, el ronco tañido de las tibias con los cráneos. 


Quiero terminar y no puedo, quiero dejar de interpretar a los poetas que mataron, aunque sean ellos los que hoy me eligen para convocar a la esperanza, a la justicia, al arte con este oscuro canto. Adiós amigos queridos, hasta pronto, colegas y camaradas reñidos. Nuestros restos perdidos no hallarán ritos ni el valor merecido, hasta que no sean oficiales y salgan del terror del olvido. 

BEBERLIGIL O FINCA LA BOTELLA (siete introducciones para un poblado aún desconocido)




I

El camino que atraviesa este pequeño desfiladero es una empinada cuesta que desemboca directamente en la finca La Botella  y que conecta con el cementerio municipal Nuestra Señora de Butarque. La finca La Botella es un escueto conjunto de construcciones que da para mucho -ya lo veréis-, no quiero empezar a dar más pistas hasta que haya terminado la presentación.

Llamarlo poblado chabolista no es del todo correcto, aunque el aspecto que ofrece invita a la imaginación a adentrarse por truculentos senderos, los cuales no ayudan demasiado a la hora de ofrecer la imagen real que aspiro a ofreceros. Quiero ceñirme a la realidad desde el punto de vista del cronista y no del investigador social, porque también nosotros -amantes de la ficción y el relato- tenemos en cuenta que la realidad es muchas veces más rica y potente que la imaginación. Hasta aquí todo bien y en orden.

¿Pero cómo ofrecer una imagen real de un lugar que nadie visita? Eso es lo que creemos a simple vista. ¿A quién le puede interesar cómo es y lo que hay en una finca ultradividida en parcelas? ¿A quién le puede importar lo que sucede en un poblado-aldea-barrio donde no tienes nada que ganar y tal vez mucho que perder? Hay gente para todo. A nosotros nos gusta conocer los poblados más depauperados del sur de Madrid. Para la sociología y la antropología cultural son puntos sumamente interesantes de estudio, hervideros de una singular mezcolanza social que traza peculiares lazos de convivencia, aunque, como he dicho, no aspiramos a hacer concienzudos estudios. Así pues, veamos lo que se cuece.

II

Con el tiempo pensamos lo mismo. Cada rincón era un detalle de un precioso cuadro que mostraba una realidad dura e invisible. No se ve, pero está ahí, se intuye algo que nunca ha de ocurrir. Era por tanto, arte en estado puro.

Bottlerly Hill no es más que un amasijo de chamizos emporcados y chapas retorcidas, un poblado tan sospechoso como atractivo e intrigante. Sospechoso porque es desconocido, lo cual impregna todo de atracción -esa extraña repulsión- e intriga.  Con ello, nos pareció arriesgado grabar en medio de todo aquel entorno sospechoso. Toda sospecha es hija del riesgo, del miedo, y todo riesgo entraña un encanto perverso, una celebración  tétrica de la vida que únicamente obliga a una cosa: la superación del miedo.

A mi aliado no se le pone nada por delante -por eso es mi aliado-. (A mi lado escasean los cobardes; su olor me repugna.) El caso -continúo- es que mi aliado sacó valor suficiente para enfrentarnos con asombrosa calma al hecho de grabar en tal inhóspito y sospechoso lugar. Vaya un profesional -pensé.  Prudentemente recogió algunas tomas, algunas entrevistas, imágenes y testimonios de sus habitantes, de los cuales dio cuenta en Matadero el pasado mes de mayo dentro del programa de Residencias Artísticas. El resultado final es El Charly. Pero eso ya es pasado y la finca Botterly  siguen siendo presente.

Lo primero que llama la atención -a parte de su nombre- es su ubicación, su aislamiento, su incierta  naturaleza de poblazo chabolista fronterizo al margen de la ley y el orden. Bueno, el orden parecía marcarlo alguien en la sombra. En las diferentes incursiones que hemos hecho nos han seguido desde un coche, a pocos metros. Eso intimida e incomoda y es -en toda regla- una tocadura de huevos para quienes inocentemente se osan a hacer unas preguntas sobre el origen e historia del lugar.

La finca La Botella tienen todas sus calles de tierra y solo cuatro o cinco edificaciones superan los dos pisos. Robert, el hijo de la casi centenaria Sofía, se afana en limpiar las calles de papeles y porquería, porque según afirma el Ayuntamiento los tiene olvidados. La correspondencia llega una vez al mes, si acaso. Viven en la casa más noble de la zona, un viejo caserón desvencijado. Parece ser que fue el núcleo de la finca inicial. La casa, con un balcón enrejado, me cautivó de inmediato y aún la conservo con asombrosa nitidez en mi memoria Hay lugares que emiten extrañas radiaciones, como fuentes de donde manan hilos de misteriosas e inexplicables naturalezas.

III

La gente allí, y en su mayoría, se muestra extremadamente cerrada, aunque lo primero que cabe decir es que allí la gente ha desaparecido. El lugar parece abandonado. Si he dicho que la mayoría es porque hubo gente -por poca que hubiera- que enseguida quiso hablar con nosotros de un modo natural, educada y abiertamente, como Robert y Sofía. El resto de la gente parecía ocultarse. Por prudencia, por miedo, por lo que sea.

Desde un principio me llamó la atención cómo cada vez que me internaba en el poblado, dos personas  -varones siempre- aparecían a una distancia no inferior a treinta metros. Eran como si fueran los vigilantes secretos del poblado, la guardia pretoriana, los guardianes de un tesoro o los guardaespaldas del mismísimo Satán.

Cuando mi aliado entró en juego cambió la cosa. En vez de una pareja aparecía un coche que nos seguía. Una escolta no deseada que nos era más incómoda que amenazante, que también. El colmo fue cuando al empezar a entrevistar a un lugareño -trípode mediante- el coche que nos seguía aparcó justo al lado, sin apagar el motor. Ya se irá, -pensamos ingenuamente. Luego, al intentar grabar en otra dirección se puso delante y nos increpó que dejásemos de grabarle. Tiene cojones. Tras un pequeño rifirrafe lógico-verbal -éramos tres contra uno- tiró hacia delante. Aquel coche estaba allí para impedir de algún modo que habláramos con aquel señor. ¿Muy raro, no? Creíamos que no era tan peligroso preguntar por el origen de la finca. Quién nos manda.

Todo quedó ahí, y efectivamente, cuando mi aliado revisó la cinta los audios no servían para nada,  demasiado ruido alrededor, la conversación apenas era inteligible. Algo sumamente sospechoso que dispara el interés y la imaginación de cualquiera. Es preferible no indagar y ceñirse a la idea inicial de hacer una breve presentación del estado en el que se encuentra la finca en la actualidad. Siempre es buen consejo aquel que te disuade de meter las narices en los asuntos de tus vecinos.




IV

Estos poblados son hervideros desconocidos donde se fragua la vida en el yunque de la pobreza, pequeñas células humanas que actúan como diminutas comunidades marginales, como aldeas tránsfugas, como escondrijos al margen de lo establecido. Aldea sin nombres en las calles -todas de tierra- sin plazas, sin bancos, sin tiendas... que nosotros sepamos. Porque tal vez vendan otras cosas, mercancías ocultas y clandestinas,  como por ejemplo droga. No es descabellado pensarlo y hay quien afirma -fuentes policiales- que así es. En todo caso y de momento, podemos constatar que hay pequeños negocios en la sombra, almacenes y talleres donde apenas parece haber actividad humana, y la que hay es de baja intensidad.

No sabemos bien cómo evolucionan estas sociedades, estos misteriosos lugares. No hay censos al respecto que nos ayuden a saber algo. Lo único que se puede corroborar es su ocupación en al menos el último siglo y medio. Consulten y vean estos documentos que el Archivo Municipal de Leganés pone a nuestro alcance. Desconocemos si existen tipologías de poblados periféricos...ni falta que hace. Cada núcleo  tiene su particular evolución según su propio devenir histórico. Si bien hace unos años creía que estaban condenadas a una inminente y fulgurante extinción, hoy no lo creo así.

¿A dónde va a parar toda esa gente que no puede pagar un alquiler? ¿A dónde esa gente desplazada de sus países en guerra? ¿A dónde los desahuciados? ¿A dónde  tanta y tanta gente? A través de las ventanillas de la renfe se pueden ver chabolas improvisadas que duran unos meses. Otras llevan años. Son los nómadas de nuestro tiempo, las piezas sueltas del tecnocapitalismo que no encajan en ningún sitio. A los ojos de todos los pasajeros se muestran chabolas y chamizos, como testimonios ineludibles de pobreza extrema. Muchos viajeros vuelven la mirada a sus aparatos móviles, otros ni siquiera la han apartado. 



V

Hay miedo alrededor, y una ley del silencio que canta entre susurros por las bajas hierbas. Una ley del silencio que arranca un siniestro temblor en mi voz al empezar a narrar estas palabras. La finca La Botella -o Beberligil o Bottlerly Hill, como se prefiera- queda justo detrás del cementerio -o delante, si vienes desde Carabanchel y La Fortunay tiene su acceso en plena glorieta. Muy cerca de allí están las instalaciones de la nueva ciudad deportiva del Leganés FC, construida sobre los mismos campos donde treinta años antes pegaba uno patadas a un balón con la camiseta del Huracán y del Perez Galdós.

La caprichosa ubicación de Berberligil combina -de entrada- dos símbolos interesantes: el cementerio y una rotonda, camposanto y un círculo. Una ruleta de la fortuna. Incluso el camino que atraviesa el pequeño desfiladero es también un símbolo, y es también susceptible de interpretarse por otras mentes que no serán la mía, porque yo lo llamo Camino al infierno.

Aunque mis incursiones hayan sido todas a pie, bordear la rotonda se hace casi indispensable. Es cómo girar una llave de entrada, una cerradura por la que circulan cientos de coches a diario. Algunos se desvían hacía al interior de la finca, donde van a parar a naves y viviendas del más variado pelaje y condición. Y esto, que es otra introducción a ese poblado aún desconocido al que cambio de nombre constantemente, es a la vez el fin del relato que no me atrevo a continuar. Y no sé si es por pereza o por miedo; o por lo que es peor aún: por aburrimiento.

VI

Me han contado que allí unos agentes de policía se encontraron ante un singular y siniestro caso. Allí, - no sé en qué punto de la finca- encontraron un cuerpo al que no pudieron nunca identificar. Hallaron el cuerpo sin pies, sin manos, sin cabeza. Unas zapatillas cercanas, de marca desconocida, eran las únicas pruebas que pudieron encontrar los agentes e investigadores del caso. No me importa en absoluto de quién era ese cuerpo, no me interesa el nombre de aquel pobre desgraciado, no me incumbe para nada, pero desde que me lo contaron... No puedo apartar de mi cabeza la fatal imagen de aquel cuerpo.

VII

Como una canción de cuna para ese cadáver. Un susurro se levanta de las bajas hierbas para impregnarlo todo de criminalidad y sospecha. La serpiente sube a la habitación entre la hiedra, oculta por sus abundantes hojas. Más allá del miedo hay un decorado desgastado por el miedo. Todo transcurre detrás de, debajo de. Todo muy chabolísitico, muy del gusto de José Antonio de la Loma y de Eloy de la Iglesia, de quienes me hubiera gustado aprender tantas cosas. 

Se oye el piar de los pájaros en libertad y una radial estridente afanándose en el metal. Lo demás son susurros entre las hierbas bajas y el latido de un órgano que bombea y ejecuta la percusión de fondo que sólo escucha uno mismo. Que alguien escriba el guión para un informe serio, que yo de momento se lo dejo en bandeja con la banda sonora, el contexto y alguna introducción.

Friday, 8 February 2019

EN MIS SUEÑOS DE PORTERO (no existía el balón)



*

En mis sueños de portero no paraba ni una.

*




*

En mis sueños de portero nadie lanzaba a puerta.

*

Thursday, 7 February 2019

DICTADOS DE LA PEREZA (en el bostezo de los ángeles)




I

Borrar el horizonte y plegar 

la tierra, el mar y el cielo, 

como una cuartilla a su mitad.

 Hacer un calco sobre las aguas. 

Y si acaso dibujar 

el periscopio que te observa. 



II

Poner un espejo ante tus narices. Eres ese segmento, ese reflejo de la tuerca que te falta.

*

Pensar que en vertical la imagen sería otra cosa. Otra fantasmagoría de vapores insanos.

*

Dejar tan solo en la superficie la chimenea del iceberg sobre el que habitamos.


*

Black Submarine: La mansión que Ringo Starr eligió para dejar las drogas.

*

Blue Fontaine: La región donde se esconde la música.

*

Calcavisión: reflejo de otra nadería.

*

El cosmos es sólo el prólogo a un mar de nubes.

*

La doblez del mundo responde a tu propia naturaleza.

*

Si haces el bien por principio ético obtendrás el bien elevado a la mediocridad.

*

Tu obrar es una siembra de certezas que dudan.

*

En los balnearios del cielo te espera la tregua que necesitas para armarte de estrellas.

*

FURGÓN DEL FUEGO EXTINTO

    *   cadáver carcasa esqueleto cuerpo calcinado en óxido enmohecido tejido de la ceniza abrigo del fuego consumido.   *   yelmo casaca ...