Ficha Técnica
Título: "Fiera (Interjerencias de la muerte en la publicidad del día a día)"
De la serie "Doble o nada".
De la serie "Doble o nada".
Técnica: Fotograbado. Grabado en hueco sobre plancha de cobre.
Medidas papel: 255 x 310 mm.
Medidas plancha: 120 x 165 mm.
Edición: Sin editar / 3 pruebas de estado.
Taller: El mono de la tinta (Madrid)
Precio estimado: 150 €
Autor: Carlos Medel Redondo
I
De todas las imágenes que he abordado en estos diez años -casi once- de íntima actividad bloguera, ésta es sin duda, una de las más difíciles. Veamos como lidio a la fiera, o cómo la fiera me pega un revolcón entre la espesura de las letras.
Empezaré por lo general, por lo que me parece a primera vista una doble imagen, un enfrentamiento -o casamiento- entre los cipreses de un cementerio y un poste publicitario. La imagen de los cipreses es, a su vez, una doble imagen, un reflejo, un espejo, un duplicado de sus puntiagudas siluetas que se dibujan en las aguas de las lluvias estancadas, como si fuera el rudimentario gráfico de mis constantes vitales.
Muerte y venta -o sea, agonía y trabajo- se dan la mano para ofrecer una imagen única donde la verticalidad de los cipreses se duplica en su reflejo, dejando a la zona intermedia del muro como un espacio discreto pero hegemónico de horizontalidad. Esa horizontalidad del muro -que es todo sosiego y desasosiego- no parece nada, no es a primera vista lo que parece tener el protagonismo, y no digo que lo tenga. Pero me habla con naturalidad de hermano, como si entre la vida real y la ficticia hubiera una pantalla donde se proyectan sus anhelos conjuntos.
No me deja en paz pensar en los cipreses, ni en su reflejo, sin embargo pensar en el muro me hace bien. Me abstraigo del símbolo y pienso en la pantalla, pizarra, cobijo, y por qué no, espejo a la vez. Y no sé por qué es así, no llego a pensar más ni en más. El muro detiene mi pensamiento y yo, cortésmente, se lo agradezco. (Primer revolcón)
II
El poste publicitario es el amo de los campos, el menhir de nuestros días. Nada hay más elevado en kilómetros a la redonda. El poste publicitario es el patriarca del llano, el centinela de la pasta, el guardia civil que te multa si no compras nada. Dirige su doble mirada a los conductores que van y vienen en uno y otro sentido. Desde la perspectiva de la imagen, el poste publicitario muestra su trasero, su lado no comercial, lo cual también es significativo porque nuestra el lugar donde me encuentro, pero eso es ahora lo de menos. Su presencia enturbia el medio cincundante y lo tiñe todo de su pestilente poder. Avasallador ante el horizonte, bien podría ser El caminante sobre un mar de nubes, de Friedrich, que dice: "Esta tierra es mía". Resulta hasta hermoso transmitir tu papel hegemónico, no temes al peligroso. Tu seguridad asusta a cualquiera. ¿Qué peligro? ¿Quién pone en duda su omnisciencia?
El poste no lo sabe, cree que su poder es para siempre porque comparte sus cimientos con los de el capital. Y aquí es dónde sufro otra cornada de la fiera. ¿Hacia dónde voy? ¿A cuestionar los mismos cimientos de la sociedad? ¿A afirmar que el dinero no mola, que es hiperdestructivo? Por favor, que vengan los camilleros lo antes posible, que de ésta no salgo.
Sustituye al toro de Osborne tan burdamente que supone una extraña castración del paisaje. (Revisar qué tipo de paisaje es aquel que se contempla desde el coche). El capitalismo está en continúa campaña electoral; una campaña electoral amañada: todos los aspirantes al poder comparten intereses.
Sustituye al toro de Osborne tan burdamente que supone una extraña castración del paisaje. (Revisar qué tipo de paisaje es aquel que se contempla desde el coche). El capitalismo está en continúa campaña electoral; una campaña electoral amañada: todos los aspirantes al poder comparten intereses.
III
Los cipreses, esas banderillas puestas en el lomo de la tierra. El poste publicitario,esa espada, ese estoque que dejará sin vida a la bestia parda de la tierra.
Matriz de cobre, lista para estampar. |
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