Wednesday, 23 November 2022

CÁNTICOS DE LA FRONTERA (de un refugiado político y sentimental)

 




I

 1.

No hay más que mirar al frente para echarse a andar. No hay más que mirar de frente para echarse a volar. Vía Láctea, vía Appia, vía Narborense, vía Egnatia. No hay más que mirar al frente para dejar de temblar. Es aquí y ahora: lo que ves a menos de cien metros. Todo lo demás -lo sabes con creces- sobra. Elige cualquier camino, échate a andar. Sal de ti. Disfruta de tus piernas y pies, de tus brazos, de tu cabeza firme, de tu barbilla al viento, de tu cadera al pasear y echar a correr. Te tienes a tí mismo, por fin, gózate bien! Salta. Sal de ti para entrar de nuevo en ti, por otra puerta.

2.

Puedo conformarme con estar tumbado, el móvil en la mano. Ya hemos pasado juntos todo el santo día. Como lapas. Juntos, espiados, inseparables, insobornables en el mutuo amor a la mentira, en puro impulso visual de certero engaño, en un frenesí enganchado y conectado a mil enlaces y mil contactos que se desvanecen en un abrir y cerrar de ojos. En ese abrir y cerrar de ojos en el que vuelvo a estar tumbado con el móvil en la mano.

3.

Antes andaba siempre con una navaja en la mano. Ahora ando con el móvil, todo el puto día. Es como si estuviera clavado en mí, insertado como un chip. El móvil es el navajazo de lo tecnológico en el cerebro del humano. Con su dulce filo disecciona el interior cálido y esponjoso de tu mollera. Desde allí domina, te enajena, te saca de tí para conducirte a una serie de ficciones a menudo despiadadas, aunque en apariencia sean amables y atractivas. Eres un videojuego sin éxito de ventas y sin embargo eres el objeto desechado de un algoritmo, el boceto de una persona que lucha por la vida.

Como en esos sueños que tienes cada noche, donde andas, corres y amas y luego no te acuerdas de nada. Solo que esos sueños no son los tuyos. Vivimos los sueños de los demás, desechos en sueños virtuales, luego harapos, luego excrementos. Consumimos la vida de los demás mientras aspiramos a hacer de nosotros mismos otro producto de consumo.

Como si fuera un pitón en la aorta. El móvil acuchilla a todo el sistema nervioso, lo deja en ridículo con su depurada esgrima mientras te crees que dominas la situación.

Perogrullada de última hora: El móvil es la negación del yo.

4.

Hace ya demasiados años dejé de transcribir mis sueños. Pero hoy tuve uno que tengo que contar, no se vaya a revolver dentro y convertirse en germen de un tumor. Tengo que contar el sueño porque desperté sudando. Y lo contaré cuando sepa narrarlo, cuando me vuelva el frío y la inquietud, cuando ya se haya escapado de mi memoria. 

5.

La memoria: ese pantano.  Ese territorio de  ruidosos silencios y sonidos de baja frecuencia, esa frontera donde se entienden y hablan varios idiomas a la vez.

La memoria, esa torre de Babel.

6.

Todo pantano es también una frontera. Pantanos hay en todos los países. El país de los pantanos está diseminado por toda la tierra. No hay un gobierno, no hay un Estado. El pantano es la anarquía de lo vivo, su realentización máxima, su germen en eterno estado embrionario. 

7.

La frontera no tiene bandera. Los refugiados no tienen bandera. Debería estar ahora diseñando una para ellos. ¿O conocéis vosotros alguna que ya existe? Las banderas han demostrado ser un carnet de identidad colectivo que provoca más conflictos que los ya existentes. La identidad misma es un foco de conflicto imposible de eludir. La identidad es parte memoria parte voluntad. 

8.

El pantano no tiene bandera, ni caminos, ni leyes que no sean de barro y lodo.

9.

Toda frontera produce una sensación de confusión. Debería ser al contrario, ya que la frontera divide taxativamente. Solo que se habla mucho de las fronteras invisibles, sin referirse a una situación imaginada. Siendo yo extranjero por definición, estar a un lado u otro de la frontera debería darme igual. Sin embargo me confunde, no siempre voy documentado y a menudo que asaltan gallofas uniformados que me piden los papeles. Yo les enseño mis libretas y cuadernos, haciéndome el tonto. Ellos aveces se ríen, me toman por loco y santaspascuas. Otros creen que me río de ellos y la emprenden contra mí. No voy a esperar otra cosa de ellos. Los amaestraron para ser robots, y no llegaron a serlo jamás, dios mediante. Tampoco llegaron a ser ellos mismos, pero, y quién puede lograrlo?

Es la voz de los refugiados la que nos viene a salvar. Antes de ser refugiados ellos eran como nosotros. Y es probable que nosotros seamos, dentro de poco tiempo, como ellos. 

10.

Todo camino es una frontera.  Todo camino tiene su escolta, su paisaje. Puede ser de escoria o de frondosa vegetación. Y toda frontera es un camino lleno de espinas. Todo camino que se recorre con dolor es un éxodo, pero el dolor puede convertirse en un motor hacia la libertad, hacia el gozo de recorrer los caminos como vía de habitar el mundo.  Y esa vía se ramifica. Una de las ramas principales es la belleza, esa proteína para el alma sofisticada. Y encima demuestra su eficacia para combatir el dolor. La belleza cauteriza las heridas del alma. Solo la belleza tiene el don de la comprensión. 

 

*

II

Frena el tráfico de amores. No sometas a tu corazón a más tránsito del debido. Sabes que eres sensible a la contaminación de las pasiones y frágil a la velocidad del tiempo. Sabes que eres una marioneta en manos del destino, manipulable y cruel como el destino mismo.

 

Todas las noches igual, todas las noches igual. No pasa nada. Menos mal. Rezo por ello. Todas las noches igual. Que no pase nada. Todas las noches igual, todas las noches la misma noche. Qué maravilloso milagro que sea así. Que no pase nada, que no acabe la noche.

 

Monday, 21 November 2022

CÁNTICOS A LA LIBERTAD (ilustrados de Victoria)

 
 
*
 
La victoria nunca llega por casualidad. 
El precio de la victoria ha sido su cabeza misma. 
 
*
 
La victoria no es otra cosa que el espejismo deslumbrante de la libertad. 
 
*
 
La victoria tiene alas, te elevará a las alturas, 
aunque allí quizas pases a formar parte de esos satélites 
que danzan en soledad, emitiendo señales a tierra.
 
*
 
 El precio de la libertad suele ser la soledad.
 
*
La soledad es la libertad acompañada de victoria.
 
*
 
La victoria siempre tiene las alas demasiado cortas.
 
*
 
 Serás libres pero estarás solo.
 Nadie acompañará el transcurrir de tus días
 ni suspirará contigo por las noches. 
 
Serás libres pero no sentirás la soledad.
Todos los recuerdos aportan diálogos breves
de felicidad inconclusa.

*
 
Tan solo tus alas serán testigo de tu victoria. 
 
*

La libertad se orienta por el corazón, esa brújula que nos guía por caminos imposibles.
 
*
 
He perdido todo por ser libre. Todo lo que me ataba a un mastil. 
Y empecé a trabajar y me até una mano a otro mástil 
para que la otra mano fuera libre. 
 
He perdido todo por ser libre. 
Extremadamente pobre, la libertad canta de puro vicio
porque tiene tiempo para escuchar la música de la vida.
 
*
 
La libertad es un nido con huevos de cristal.
 
La libertad es un universo con forma de nido. 

La libertad es un camino de piedras, con multitud de paradas placenteras.

La libertad es la certeza de la victoria diaria.
 
La victoria es tener siempre las alas del corazón desplegadas.
 
La libertad es tener un corazón bondadoso.
 
La victoria es desprenderse de todo lo que duele.
 
La libertad es cerrar los ojos y sonreir.
 
La victoria es abrir los ojos y llorar. 

*

 


 

Monday, 7 November 2022

CÁNTICOS DEL PANTANO ( recuerdo ser feliz )

 

En la travesía de La pluma, en Leganés, aún queda algo de aquello. 



****

Recuerdo ser feliz posponiendo una y otra vez todas las tareas que tenía como ser humano. Con la lavadora rota y un cerro de ropa sucia a sus pies. Recuerdo ser feliz sin trabajo y sin dinero y sin deudas y sin amor y sin casa. Recuerdo ser feliz mintiéndome a mí mismo, como ese recuerdo que se crea en cuanto caes en la cuenta de haberlo olvidado. Recuerdo tanta mentira y tanta verdad siniestra. Recuerdo haber caído en casi todos los infiernos, y digo casi porque soy consciente que siempre algo olvido, aunque sea otro infierno. Los infiernos son infinitos, y quiero pensar que los paraísos también lo son.

Recuerdo ser feliz  con tan poca cosa que me sentía rico de pobreza. Nadie tiene tanta pobreza como yo tenía. Me dejé llevar por un pensamiento: cada día que vivo es un regalo que no tiene precio. La pobreza era el regalo, el alma para valorar lo poco y lo mucho que hay en la vida. Lo mucho y poco que hay en los contenedores de basura y en los centros comerciales.

Recuerdo ser feliz en un lago con una mujer desnuda. Recuerdo ser feliz al haber estado con ella en completo y absoluto desnudo. 

Recuerdo ser feliz mientras borro la memoria y me centro en tí. Recuerdo ser feliz a tu lado todo el tiempo. Recuerdo ser feliz mientras me esfuerzo en fijar mi próximo recuerdo.  Recuerdo ser feliz en la mentira. 

****

 

Algo tenía escrito sobre lo imprevisible de los días, y hasta de los mismos recuerdos. Me aburrieron un día y previsiblemente fueron a la hoguera. Cuadernos, libretas, dibujos, libros, objetos que amaba. Todo ardía en la pira una noche de noviembre. Todo rocíado de gasolina mientras llovía finamente. La pirámide de fuego me concedió a cambio un ojo nuevo, una vida nueva. 

***

Los recuerdos de aquel tiempo aún ruedan a través de la memoria, como en la noria el agua del río.

La memoria es un disco mágico que constantemente se está formando y erosionando. Se forma a la vez que se erosiona, -como el universo. Quizás, y con la erosición aparece, al tiempo, una nueva forma o un dibujo nuevo bajo la piel primera que la vida concede en su inicio.

Tenía algo escrito sobre la previsible imprevisilidad de la vida. De hecho, algo que ahora me parece tan obvio, me pareció en su día una fuente de sabiduría. Saber que cada día guarda algo nuevo y viejo que aparece si permaneces atento. Atento al exterior, y al interior sobre todo. Es como dar con el filón de oro en la mina. Esa conciencia  me permite escribir, aunque ya con mesura. La escritura se convirtió en un mal desde el momento que se tornó en costumbre. Por eso ahora no escribo. Y no escribo porque es lo mejor para mí. Me hace desdichado, y aún no sé la causa pero es así. Por eso esto no está escrito en ninguna parte aunque puedas leerlo. No importa. Carece de valor, incluso para el desdichado que escribe.

 A partir del momento que escribo, en contra de lo que comúnmente se cree,  empiezo a morir, o muero directamente. Es la muerte quien escribe, quien está en mis dedos, quien me limpia los mocos y la baba, quien rebaña la taza de chocolate e inventa todo este despropósito de escrito.

Por eso no escribo. No escribo nada, ni esto que aquí existe, tan exiguo que ya expira. No escribo porque no necesito renacer. Ya nací, y ya que estoy prefiero seguir siendo quien soy, ya conozco el percal, ya he probado la amargura de su fracaso y las mieles de sus éxitos. Y tengo el aliento de la bestia que duerme en el jardín. 


Hay quien prefiere entrenarse en un gimnasio lleno de pulcras máquinas metálicas con empuñaduras de espuma, forrado de espejos donde rebota el brillo de biceps y gluteos. Hacen bien si es lo que bien quieren hacer; ejercitar el cuerpo es algo saludable e incluso necesario. Eso se dice, incluso con severa rotundidad. El ejercicio físico segrega hormonas de la felicidad y, lo que es más importante, aporta al cuerpo un aspecto atractivo.

Sin embargo, el ejercicio físico puede ser tan peligroso como el ejercico espiritual.  Por ejemplo. Si te entrenas en la escritura. Todo ejercicio tiene métodos. Los hay que, para escribir, suelen ser perfectos para dejar de escribir. Se te quitan las ganas. Y como no hay ningún método del que me fie elijo el método del vacío. Que a veces impone negación y otras veces  exige desataduras extremas. Hasta que dentro de unos meses haya pasado por todos los vacíos que tengo -detecto-  a mi alcance.

Cuando realmente todo me de lo mismo. Es mi nirvana personal. LLegar a eso, a tomar esa conciencia, será tan alarmante que no me alarmaré de nada. Me reiré de mí mismo. Me echaré a llorar. Veré que no puedo llorar porque me da lo mismo. Veré todas las veces que pude haber llorado sin haberlo conseguido. Veré toda mi represión, todas las veces que eché las manos contra mi cuello. Veré todas las veces que quise ver mis manos en los cuellos de otros. Veré todos las orgías donde no participé. Veré cada desnudo de cada mujer que deseé. Veré cada dormitorio donde no puse un pie. Veré que la noche es tan ciega como yo.

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El vacío se llena del no y del sí y se rehace en su nada con el tal vez.

El principio de todo escritor es el final de la escritura. 

El precio de ser un escritor es dejar de escribir.

Cada escritor tiene la misión de encontrar su método. Y de destruirlo.

 

Sufres lexiones en el alma, derrames de neuronas, derrapes de la inteligencia, y un sinfin de quebraduras que la medicina de hoy jamás podrá detectar.


Yo sufro de pantanos. Todo lo dejo empantanado. Acumulo basura, objetos que encuentro en la calle y en los cubos de oportunidades. Yo soy pantano. Toco algo y lo lleno de barro. Con ello moldeo la vida a mi capricho y voluntad. Pero no hay motivo para ello. Y lo dejo. Y me dejo. Y al dejarme recibo semillas que pueden o no germinar. Soy pantano y permito vivir a todo lo que venga. Procuro dar cobijo y alimento a cualquier forma de viva que se me acerque. Mientras no quiera transformarme, mientras no quiera construir un centro comercial (demencial, los llamo para mis adentros), una zona residencial o un parque temático.

 

Yo habito en el pantano, lo conozco al dedillo. Soy feliz en el pantano. Conozco sus límites y dentro de sus límites he llegado a vivir tranquilo, incluso recuerdo ser feliz. Claro, eso lo digo ahora que cumplí 100 años el pasado martes.

FURGÓN DEL FUEGO EXTINTO

    *   cadáver carcasa esqueleto cuerpo calcinado en óxido enmohecido tejido de la ceniza abrigo del fuego consumido.   *   yelmo casaca ...