Febrero 2012
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Es una constante encontrarse basuras y desperdicios múltiples en éste camino. La gente es guarra por naturaleza, parece que incluso disfruta con ello y si lo digo tan rotundamente es porque al principio del camino hay una planta de reciclaje y recogida de basuras.
Pero uno ya mira con otros ojos. La realidad es poliforme y no me voy a violentar cada vez que encuentro desechos a mi paso, es más, los miro con atención, como si contuvieran la última gracia del objeto y tuviera que descubrirla, como si pudiera salvarlos de su triste destino dislumbrando una cualidad estética o una nueva utilidad. Y así rebautizo a la basura bajo la estrábica mirada de lo artístico, como si con ello eliminara toda contaminación del medio y redimiera toda negligencia humana. Qué gran insensatez, qué gran visión de juego. Y sí, claro que es cierto, no me cuesta encontrar en los desperdicios algo bello, frágil, inquietante o poderoso, y a menudo me quedo absorto con el contraste que los desechos forman en el paisaje. La basura ya es parte íntegra del paisaje, un agente omnipresente, una sombra que atraviesa nuestros días para quedarse entre nosotros. La huella misma de nuestra sociedad. Y pienso...qué buen chozo me haría yo con esas tablas, o...qué buenos espacios para esparcir pintura y trazar garabatos.
También es una constante encontrarse basura y cochambre en los museos y galerías, lo digo con todo respeto. La basura puede ser arte y el arte se nutre de la basura desde hace tiempo. Ejemplos ya hemos puesto de arte póvera, readymade y arte conceptual. También hemos citado al respecto a Picasso, Manzoni, Arman y Tápies. Sólo me queda pasar olímpicamente de la historia del arte con sus ilustres nombres y sus sutilezas teorícas para proponeros algo más divertido. Vean, vean... El arte es basura
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