Wednesday, 6 September 2017

GLOSARIO DE CONTIENDA (primera parte)






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1. BAJAS DE COMBATE (soldados de arcilla y sol)

La visión de los muertos sobre el campo de batalla produce siempre una inequívoca desesperación, mezcla abrasiva de dolor, ira e impotencia. Es lo que suele ocurrir cuando decides habitar en un campo semejante. Yo estoy en guerra contra el mundo de tal modo que el mundo no parece enterarse. Mi lucha es en balde. Cuánto mejor. Yo arriesgo mi vida aunque esté al margen de la vida; yo pongo toda mi carne en el asador de los días -crematorio de rosas- y alimento con mi trabajo la siembra yerma de un hormiguero lejano. Por lo demás todo roza la perfección.

Todo roza la perfección, hasta cuando las heridas de muerte se dibujan con una claridad impecable, lo cual permite vislumbrar el momento del hachazo, el momento preciso cuando, con un grito, se cercenan los miembros y el degollamiento salpica sobre nuestro rostro lascas de sangre. Las heridas detentan la honda huella de la espada, y el ladrillo triturado atesora las líneas maestras de la demolición.

Diría que con estos cadáveres han caído parte de la cúpula de un secta benigna, pero no lo diré. Diré lo que todos ya sabéis, que por mucho tiempo que trascurra el ladrillo y la piedra siempre tendrán adeptos alejados de las leyes de la lógica y el confort, y que la convivencia con el ladrillo avanza en silencio, arrastrando a la humanidad hacia las nuevas formas de lo inútil.

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2. LADRIFORMES (nuevos uniformes para los caídos)

La imagen de los ladrillos partidos dan una nueva vida al ladrillo. La nueva forma, obtenida a partir de su quiebra, de su fragmentación y deformación, es una reivindicación del ladrillo, en diferentes planos, y supone su resurección bajo una nueva apariencia.

Su quiebra nos ha permitido observar su interior, el cual nos habla de su composición y ofrece un color encendido difícil de igualar. Es lava sin oxidar; es sangre semiseca y tinte mineral: carne de momia fresca.

Los ladriformes responden a la realidad de superar una quiebra, de encajar un golpe, de vestir una derrota. Los ladriformes responden a la necesidad de reponerse, de combatir a la inconsistencia que nos acosa y de hacerse cargo de los riesgos que asumimos al seguir respirando.

La visión de los ladrillos partidos dan autonomía a sus partes y a la vez sus grietas dibujan un nuevo ladrillo, que puede tener semejanzas con lo real (un pié, un gigante, un miembro, una espiga) o no tenerlas y pasar a formar parte de un laboratorio de escultura, que es precisamente lo que más me interesa del asunto. Con la quiebra del bloque de ladrillo se abre un nuevo infinito.



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