Si antes las estructuras pergeñadas buscaban simular templos para ahondar en la tierra como forma de adoración, ahora las estructuras buscan a guerreros para protegerla. La tierra libre que hemos heredado está en vías de extinción, como un animal cazado bajo la impunidad y capricho de los más poderosos. La metamorfosis sobre la que opero viene a cuento y es por lo demás urgente y necesaria. No me preguntéis su porqué.
La tierra siempre se ofrece, bajo su esplendor silencioso, a las tareas de reconstrucción. Muda de camisa y a veces de uniforme, en función de si sube a la oficina o baja a montar guardia. La tierra sobre la que habitábamos también nos representaba e identificaba, y es ofensa para nosotros comprobar que la tierra ya no nos pertenece, y apenas nos quedan cuatro paredes para encerrarnos y cuatro calles para correr como ratas. En cierto modo puede parecer una visión exagerada; no lo creáis amigos.
No cuento con nadie para reconquistar los campos libres de mi comunidad. Yo soy el que me reactivo mediante ésta lucha con el vacío para reconquistar mi libertad. En este juego de espejos la tierra y el yo nos miramos como cómplices de la misma obra. Es decir, la pérdida de las tierras libres que hemos heredado es tanto como la pérdida de los derechos que hemos ido conquistando.
La doble lectura de la obra transita entre las esferas de lo personal y lo político con una soltura que provoca confusión. Esa misma confusión es la que pretendo elevar al límite con la intención de crear un entramado de relaciones, de espejos, que nos devuelva la luz necesaria para entender la importancia de los estrechos vínculos que nos unen a ésta tierra sin nombre.
La doble lectura de la obra transita entre las esferas de lo personal y lo político con una soltura que provoca confusión. Esa misma confusión es la que pretendo elevar al límite con la intención de crear un entramado de relaciones, de espejos, que nos devuelva la luz necesaria para entender la importancia de los estrechos vínculos que nos unen a ésta tierra sin nombre.
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