Thursday, 19 October 2017

DEMOLICIÓN Y BARBARIE (de unas ruinas que no lo eran aún)









Tendría que ir directo a la ducha. Huelo a ruina, a polvo, a tierra volteada. Tendría que ducharme pero tengo una urgencia mayor, la de narrar lo ocurrido en dos días. En dos días han tumbado parte del antiguo psiquiátrico de Leganés, concretamente los edificios que fueron destinados a los Talleres ocupacionales. Allí a los locos se les entretenían, les enseñaban malamente un oficio, o se les torturaban directamente, a saber. En cualquier caso he ocupado parte de mi tiempo en documentar el suceso y acumulo imágenes, vídeos, pensamientos. Falta documentar la última parte: el traslado del escombro al vertedero (Valdemingómez), ver el lugar donde quedan los restos del edificio. 

Parece ser que tras mucho tiempo estudiando el tema las autoridades han decidido que sí, que se podía demoler. Le pregunto al jefe de obras (Pablo) sobre la edad del edificio.

-Buh, eso de cuando los orígenes de Leganés, eso no se tenía en pie, y lo mejor es tirarlo. 
-Bueno, Pablo...pues si tú lo dices, sabrás más que yo, -le contesté con mansa socarronería. Ni puta idea, vamos. Me callé en ese momento porque Pablo es un mandao que no hace preguntas, un soldado que ejecuta órdenes que le importa una mierda ese maldito edificio. Al menos es amable y parece buen tipo, aunque el día anterior no me permitió entrar al solar para hacer fotos, cosa que no entendí. Tendré que inventarme una acreditación para éstas ocasiones. 

Observo la demolición, me gusta y me daña a la vez. La emoción, la ira, la congoja. Siento la energía de lo nuevo desplazando lo viejo, el poder de la máquina, sus movimientos perfectos, su implacable determinación. Oigo comentarios a mi alrededor sobre el maquinista: - La hostia el tío, es un Messi de la demolición. Me voy, no quiero oír más.

Podría haber convivencia de pasado, presente y futuro, que es de lo que se trata, lo que enriquece todo. Conservar parte del edificio, la fachada aunque sea, como hicieron con el edificio central de este mismo psiquiátrico; o qué se yo, no soy un experto en restauración de edificios. Pero parece que el plan de urbanismo no  contempla ese mazacote en medio de un paseo que puede dar continuación peatonal entre la Plaza Mayor y el parque de la ermita de San Cristobal.

Tuve una idea peregrina. Hacer con los escombros un semicírculo de graderíos, conservando el ladrillo visto. El espacio acompaña, es muy amplio y hay árboles y hierbas salvajes. Ya imagino cómo podría haber sido la nueva zona verde del barrio. Ahora a esperar, a ver lo que nos tienen preparado. El solar -vallado desde hace más de cuarenta años- tiene otro edificio alargado de una planta al fondo. Pregunto a Pablo si también lo van a demoler, me informa amablemente aunque sin pararse, que sí, pero de otra tanda. 

Hablo con algunos viejos que observan el acontecimiento del barrio. Ellos son los mejores testigos. Me hubiera gustado rescatar sus rostros ante el suceso, y sus palabras. Me informan de que allí antes había ganado, vacas y huertas, para alimentar a los pacientes. Que hacían matanza y de todo, y que  quien mandaba en todo aquello era una monja. Datos suficientes para un relato.

Unos piensan que ya era hora que lo tiraran, otros que a nosotros no nos importa, otros que lo han tirado porque se han encaprichado en tirarlo y hasta que no lo han tirado no han parado. Me gustaría saber, conocer todos los datos al respecto. Estoy por abrir una investigación, sin animo de tocar las pelotas. Me gustaría saber la valoración que ha permitido su demolición, en aras de qué, bajo de responsabilidad de quién. 

Seguro que el barrio gana una valiosa zona verde donde puedan jugar los niños, andar los ancianos y cagar los perros. A ver si no lo hacen a la puerta de casa. Seguro que el barrio gana en bienestar -está por ver. Lo que sí es seguro es que el barrio ha perdido un edificio de interés cultural y a casi todo el mundo le importa un carajo. Vamos bien. Seguimos bien.

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