Cuando más tranquilo estaba. Cuando más confiado estaba. Cuando más ilusionado estaba. Aparecen ellas, las máquinas. Las putas máquinas del diablo han empezado a meter mano a mis terrenos, sin previo aviso. Maldita casualidad. Llevaba más de tres semanas sin aparecer por allí y mira la que me están liando. Cerca, muy cerca de mis ruinas. A unos cuarenta metros están operando. Por días cambiarán el terreno, el paisaje. Cegarán madrigueras, enterrarán higueras.
No hay quien se fíe de nadie. Tendré que sembrar de clavos los caminos para que este camión no traiga más tierra. Tendré que hacer una barricada para que la excavadora dé marcha atrás. La amenaza es inminente, como en las pelis de Van Damme, solo que más real, dramática y creíble. Aunque tendré que librarme de todo drama y de toda realidad y credibilidad para ponerme manos a la obra. Tarea tengo por delante.
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