Hacía tiempo que un poema no llegaba tan directamente al centro de mi alma. Lo he extraído de Asambleas de Palabras, un portal literario que gestiona Francisco Cenamor y que diariamente nos acerca un poema y un blog, cuanto menos. Sólo con el título me he estremecido. Por casualidades y afinidades secretas de la vida me he encontrado de cara con unas palabras que parecían mías propias, y me refiero al título y, como mucho apretar la primera estrofa. Otro día rescataré mi texto, no para que comparéis -por favor, si no para que veais el claro paralelismo. De momento, estimados amigos, os presento a Miguel Otero Silva y su poema:
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Hallazgo de la piedra
Hallazgo de la piedra:
la piedra es el rescate de formas y volúmenes
que fueron soterrados por el talón del viento.
Paráfrasis del lirio:
el lirio es el desquite de yerbales y frondas
que extinguieron sus verdes en el barro del lirio.
Génesis de la lluvia:
la lluvia es el repliegue de arroyos y esteros
que asaltaron el cielo por la arcada del sol.
Venero de una voz:
tu voz, joven poeta iluminado,
trazador de epiciclos, descubridor de orbes,
esa voz que te brota de la insólita entraña
es resaca de gritos de los poetas muertos.
Es la cal de los huesos de los poetas muertos,
blanca semilla que germina sobre tu corazón.
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Miguel Otero Silva en La mar que es el morir (1965), incluido en Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea 1914-1970 (Alianza Editorial, Madrid, 1971, selec. de José Olivio Jiménez).
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