Cuando no se me ocurre nada que contar recurro a mis libros de poesía. O recurro a ellos cuando no sé contar lo que quisiera contaros. Y leo, leo además con la idea de ilustrar las piedras que hoy os traigo. El azar no entiende de tiempos y hay veces que no encuentro palabras para la imagen que no pierdo de vista. Otras veces la fortuna se me aparece y encuentro el poema adecuado al poco de tomar un libro. Ese ha sido el caso de hoy, sólo que en vez de uno serán dos. Una oculta razón es un excelente poemario de Álvaro Valverde, publicado por Visor en 1991 y premiado por la Fundación Loewe. Al grano. Espero que ustedes, amigos incondicionales de lo bello, disfruten con este par de buenos poemas.
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De un viajero
Quise volver de donde no se vuelve.
Si el viaje duró lo que dura una vida,
fue el destino culpable.
Nada hice que hoy me recuerde el pasado.
Una bruma extravía los mares que cruzara
y en el puerto se cubren las balizas de sal.
De las ciudades guardo la nostalgia del límite
y ningún barco lleva el nombre de mi reino.
Demoré la llegada sin saber que perdía
esa clave dudosa que dibujan los atlas.
Sólo sé que fue inútil.
Viviré de olvidarme.
El testigo
Os he dado noticia
de todo cuanto he visto.
Sobre ruinas de ruina levanté
lo que tengo; velozmente me huye.
Entre estas piedras quise
sustraer al olvido
la razón del recuerdo.
Así lo dejé escrito.
Busqué un rincón al sol
donde contar los días:
proyectaba un viaje
que habría de durarme para siempre.
La calma sostenida del momento
parece demostrar que en ese sueño
no todo fue una vez vana esperanza.
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Álvaro Valverde
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