Tuesday, 14 August 2012

LOS GENIOS TUTELARES (de La Piedra Dada)








La segunda parte de mi exposición en La casa del cura está destinada a las obras en piedra, salvo la mesa del fondo, reservada a otros cuadros del amanuense y láminas de todo tipo.

Me faltó poner el título que ya tenía decidido (Los Genios Tutelares) y dedicarle un texto, pero la falta de tiempo me decía que era innecesario. Las obras deben de hablar por sí mismas, sin mediar palabra con el espectador. Sin embargo me quedé con las ganas. Resumir las evocaciones que estas obras entablan conmigo, con el pasado y la ancestralidad no me pareció fácil. Si en la primera parte la búsqueda de la identidad individual quedaba de algún modo patente, en la segunda parte la búsqueda de la identidad colectiva es aún más clara.  Pasar de lo particular a lo general. Por supuesto, eso no lo vio nadie, que yo sepa. El común se deja llevar por la sorpresa, la imaginación y el juego que entablo con las piedras, que es lo que debe primar en el primer vistazo como experiencia visual. La historia está por debajo de las piedras, y en su interior la energía de todo lo que palpita.

También me faltó destinar una mesa para otras piezas que hubieran hecho más especial aún la exposición. Las piezas de las que hablo son piedras que se pueden coger y deben tocar, y así hacer más auténtica y potente la vivencia de la exposición. Se ruega tocar, pondría en una cartel. Yo presumiría de tener una obra que hubiese sido tocada por todos los vecinos de Gaciaz, por todos los visitantes que acudieron a la Casa del Cura. Como un juramento, como un pequeño acto  realizar el gesto de tocar delicadamente una piedra. Sería una experiencia del tacto que toma contacto inocente con lo trivial y lo sagrado.

Y una última idea que viene al caso: la piedra palpada. Imitar la fundación de una nueva religión que se comprometiera a venerar las piedras por el poder que de ellas emana. Una religión que perdiera su halo sacro para  retomar con sencillez los principios vitales del neolítico. Una vuelta al pasado remoto como crítica al presente inmediato, preñado y orgulloso del poder de su histeria tecnológica. A fin de cuentas, lo que pretendo es una vuelta a la espiritualidad natural frente al utilitarismo material. Pero no os alarméis, estimados amigos, estas líneas son solo pensamientos que van encadenados por un afán literario. Es solo otro sueño, otra visión, otra forma de escapismo, otra ficción que proyecto sobre nuestro tiempo presente.

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