Tuesday, 29 December 2015

OQUEDADES (( ))





Pensé en derribar el último árbol de la llanura y enterrarlo en la zanja. Pensé en estirar mis miembros y hacerme de la medida del árbol y de la zanja. Mido mi existencia en relación directa con lo que contemplo y en seguida creo estar a la altura de mi pensamiento, -como una boa constrictor. Acto seguido, echo a andar y nada cumplo.

En estas retiradas oquedades parecen habitar seres que hoy poco me importan, porque en estas grietas he depositado mis huevos como la araña, y soy yo quien las habita de un modo metartístico. Sustituyo toda vegetación y fauna con las larvas de mi cavilar. Realmente poco me importa las formas que la vida adopta. Más bien es la forma y el espacio lo que aquí me interesa, esos huecos me impulsan a la demencia, veo incluso puertas, oportunidades para el hombre, latitudes nuevas para la materia, cráteres del misterio ultrasónico.

Estas oquedades existen para dar cobijo y dar a luz. Y más allá, para enterrar a el miedo o hacerlo enorme. Primero nacer y habitar, luego ocultarse, más tarde y por último, morir o crecer. En su regazo flota un murmullo, una canción de cuna con tambores de guerra. Es su regazo el vientre, el espacio primigenio de donde brota la vida y donde la vida vuelve para morir.

La oquedad es un vacío, un hachazo, un abismo, una gruta, un pozo, un nicho. La herida que el tiempo ha procurado ni en beneficio ni prejuicio de nadie. Como la enfermedad, la oquedad puede avanzar, o puede cicatrizar. La oquedad toma vida por ser plena forma, como una espléndida escultura que borra la superficie. La oquedad es el vaciado de un molde invisible, el hueco en el cuerpo de un órgano extirpado.

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