2015
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Lejos de la sociedad del espectáculo hay reductos donde pensar y no pensar, donde hacer y deshacer, al antojo de uno. Cuando hice esta intervención en el paisaje pensé en un poblado del Calcolítico, con sus puertas y sus murallas, con sus atalayas, establos, almacenes y plazas. Todo esto, claro está, dotando a los criterios arqueológicos de altas dosis de imaginación, como es mi costumbre.
Pero lo que realmente me movió a intervenir fue el hallar un espacio perfecto: un cancho en medio del campo, con gran cantidad de piedras, y además unas piedras singulares. La mayoría eran pizarras laminadas y unas pocas de pedernal blanco y rosado, más redondas. Ávido el tacto y excitada la mente, se pusieron las manos a la obra.
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Yo siempre pienso a través de una piedra, porque tengo una idea concreta de lo que es pensar. Pensar es alejarse de todo mientras intentas acercarte a todo. Pensar con una piedra en la mano sirve para aferrarse a una idea, y no dejarse llevar por los vientos. Pensar con una piedra en la mano y otra en la cabeza. La gravedad que palpas se descompone en lo que ves. La piedra es arena y la arena piedra es.
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