Septiembre 2017
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3. PAZ ARMADA (manual para una tregua
imposible)
La modernidad mantiene la idea de plasmar
el trabajo como el primer fundamento de la obra de arte, el trabajo de estar en
primera línea de combate, de resistencia, de guerra. El ser humano ha asumido
de un modo bárbaro su naturaleza guerrera bajo la apariencia civilizada del
trabajo.
Lo normal es formar filas y partir hacia
el campo de batalla, sea cual sea su apariencia. El noventa por ciento de la
población es mercenaria, y lo saben. Abren fuego desde que se levantan, reciben su soldada a fin de mes y así se
mantiene la guerra por doquier y con agrado.
Mostrarse al mundo supone entrar en
guerra, estar expuesto a ofensivas frontales y laterales, directas o
indirectas, de primer nivel o de baja intensidad. Mostrarse al mundo supone
intervenir en él sin miramientos ni compasiones. Condescendencias las
justas. Arrojar al mundo un arma para combatir nuestro cansancio, o
para expresarlo, arrojar al mundo un arma que te amenace, te saque de casa y te
ponga en guardia contra toda normalización y gregarismo, contra toda
idiotización, contra todo rivalismo y canibalismo.
Mostrarse al mundo supone disponer de un
arsenal de defensa, de un cuerpo teórico que sea físico, que sirva de coraza y
de bandeja para que el mundo sepa el porqué de mostrarse. Hay seres que se
arreglan para no ocultarse, hay seres que van directos a la luz, -como la luz a
ellos, y siguen su estela como el único camino a seguir.
Mostrarse al mundo no tiene que ver con
ser visibles, es más como quien habla con el vecino y no tiene otra intencionalidad
que hablar con el vecino. El vecino es el mundo para muchos y el vecindario una
especie de sistema solar. En cualquier caso, mostrarse al mundo es una
fase más del proceso. No tiene mayor importancia.
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4. PRINCIPIOS DE UN PROSCRITO (notas de una declaración desestimada)
Asumo toda soledad y toda sinrazón como mis señas de identidad. No necesito aprender idiomas, no necesito conocer a más gente ni ganar más caudales ni ser más feliz. Eso creo. Supongo que estoy en la plenitud de mis días y no quiero tirarlos a la basura. Supongo que hablo desde una cima donde nadie me escucha. He luchado toda una vida para lograr esta posición fuera de las trincheras y es ahora cuando puedo decir que comienza mi trabajo.
Mostrarse al mundo no es tarea fácil. Qué me interesa que el mundo sepa de mí. Mostrarse al mundo es no tener reservas, es desnudarte, no esconder ases en la manga ni escudos en el corazón. Mostrarse al mundo no me es ajeno, de algún modo estoy acostumbrado. Otra cosa es que el mundo te mire.
Aún con ello, debo administrar mi voluntad y ser prudente con mi entorno. Alternar asuntos y hábitos. Lo mejor para pasar desapercibido es colaborar en actividades humanas de índole agrícola: recolectar tickets y piedras, regar a otros seres, consumir, ceder ante las inclemencias, pisar la cocina.
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5. PRUEBA DE FUEGO (y otras piromanías)
Solo quiero aprender a manejar armas de fuego con las que verter mi fuego sobre el mundo, armas de fuego como los pinceles y la pintura, como el lápiz y el papel, como la piedra y el espacio. El fuego es real y es metafórico. El fuego es todo aquello que te arde en los ojos y provoca incendios en tu mente. El fuego es todo aquello que te arde en la sangre y sacude y espanta y empuja a lo tibio lejos del curso de tu vida.
Fuego para arrasar los campos secos, fuego para obtener las cenizas que abonen la realidad. Fuego para llegar al fulgor de la verdad, fuego para apagar la mentira de estar muerto, para aniquilar la necedad de todo abatimiento, fuego para crear la luz en las tinieblas.
Ese fuego solo puede estar contenido y ser detonado por una inteligencia salvaje, lejos de la mansedumbre, de la domesticación y del estado del bienestar, -que tanto malestar causa. Lejos del grupo, en su núcleo mismo. Fuego, -fuego -a -discreción. Cortinas de fuego tiene la mansión de mis sueños.
La prueba de fuego es resistirse al fuego, dejarlo contenido en la cabeza de la cerilla que eres. La prueba de fuego es domesticar a la inteligencia salvaje, civilizarla, sofisticarla mediante una forma y un mensaje. La prueba de fuego es ese mensaje mismo, el contenido del fuego y de redefinirlo. Cómo queremos que sea y sobre todo a dónde aplicarlo, hacia dónde dirigirlo. En camino estoy. De momento, me conformo con reencarnarlo ...- en el cigarrillo que te enciendes.