Abril 2010
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Entre los campos que últimamente he tocado, concernientes a la mitología y la filosofía griega, encuentro de nuevo las palabras del maestro de los escépticos del siglo XX, Cioran, un vínculo que las relaciona con la lucidez y la pertinencia que buscaba. En su libro, El aciago demiurgo, publicado en 1969, tiene un capítulo titulado "Los nuevos dioses" del cual he extraído las siguientes líneas. Allá van. Espero que vosotros, amantes de lo divino y lo humano, lo disfrutéis. Y no dudéis en contribuir con vuestros pensamientos, que para eso estamos en un blog.
El politeísmo corresponde mejor a la diversidad de nuestras tendencias y de nuestros impulsos, a los que ofrece la posibilidad de ejercerse, de manifestarse, cada una de ellas libre para tender, según su naturaleza, hacia el dios que le conviene en ese momento. Pero ¿qué emprender con un solo dios?, ¿cómo afrontarle, utilizarle? Estando él presente, se vive siempre bajo presión. El monoteísmo comprime nuestra sensibilidad: nos ahonda estrujándonos; sistema de represiones que nos confiere una dimensión interior en detrimento de la expansión de nuestras fuerzas, constituye una barrera, detiene nuestro desarrollo, nos estropea. Éramos con certeza más normales con varios dioses que lo somos con uno solo. Si la salud es un criterio, ¡qué retroceso supone el monoteísmo!
El politeísmo corresponde mejor a la diversidad de nuestras tendencias y de nuestros impulsos, a los que ofrece la posibilidad de ejercerse, de manifestarse, cada una de ellas libre para tender, según su naturaleza, hacia el dios que le conviene en ese momento. Pero ¿qué emprender con un solo dios?, ¿cómo afrontarle, utilizarle? Estando él presente, se vive siempre bajo presión. El monoteísmo comprime nuestra sensibilidad: nos ahonda estrujándonos; sistema de represiones que nos confiere una dimensión interior en detrimento de la expansión de nuestras fuerzas, constituye una barrera, detiene nuestro desarrollo, nos estropea. Éramos con certeza más normales con varios dioses que lo somos con uno solo. Si la salud es un criterio, ¡qué retroceso supone el monoteísmo!
(E. M. Cioran. El aciago demiurgo. 1969, pp.29)
Así es cómo inicia el capítulo, el resto, sobra decirlo, no tiene desperdicio.
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