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"Imaginar un lenguaje significa imaginar una forma de vida"
L. Wittgenstein
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La pirámide oval lleva años rodando entre las cajas y las estanterías. Pero el acto y el lenguaje del punto (que es espiritualmente hablando, una religión pseudo zen, y artísticamente un residuo étnico y minimalista) está en su edad lactante. Nació en agosto del pasado año, sin embargo, no ha sido hasta los inicios del presente abril cuando ha tomado conciencia de ser, conciencia de actuar, conciencia de recorrer el espacio, de marcarlo como si fueran pasos o pequeños saltos del color que el pincel delicadamente ejecuta en una dirección.
Esa es la religión: la dirección que toma, el camino que el espíritu traza una vez que asimila el espacio donde actuar. Así, la piedra se convierte una vez más en el escenario, en el lienzo, en la ventana que enfoca la superficie donde se representa la función del día y la ficción de la noche.
Otra interpretación que venía a mi cabeza durante la realización de estas obras fue la del tiempo. La religión del punto, por llamarlo de algún modo, era la línea temporal que a base de segundos, horas o días, (como cuentas de un collar que se anuda a lo finito y que por ello vive), traza su recorrido sobre la esfera del tiempo, esa esfera que es reloj y que es piedra.
Y por recordar otra de las "virtudes" que a mi mente acudían durante el periodo de creación, recordaré la insistencia en dejar, junto a la huella leve del punto, la visión de un trabajo hecho a base de paciencia.
El punto que no se arrastra cómo la línea : sólo señala, perfora o ilumina una sección puntual, sin quebrar el espacio. Muy por el contrario le otorga ritmo, un ritmo aveces monocorde, como el de una oración, o un sonido.
¡¡Diosssanto, pero que cosas más bonitas escribes¡¡ Gracias por mostrarnos tus reflexiones y dejarnos disfrutar de ellas ¡¡Eres un bello artista¡¡
ReplyDeleteGracias Iteno, eres muy amable. Tus palabras me animan a retomar la palabra.
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