Enero 2007____________________________________________
Encuentro en el interesantísimo prólogo de Carlos Barral a la novelita de Joseph Roth, La leyenda del Santo Bebedor, unas palabras a favor del alcohol. No quiero hacer ninguna apología, tal sólo recoger para vosotros unas claves de nuestra cultura. Dice así :
"Me he acostumbrado a no beber, a sabiendas y con el consuelo de que es decisión transitoria; pero no me he acostumbrado a tolerar a los abstemios dogmáticos, a esas gentes que, no se sabe por qué, se alegran de que uno no beba e ignoran que la embriaguez alcohólica, controlada hasta donde sea posible, es un método de conocimiento cultural y de interpretación del mundo en general, absolutamente imprescindible. Los que no han bebido nunca no podrán saber jamás come è fatto il sapere, al decir de Leopardi, ni qué clase de animal de artificio somos los hombres desde aquel remoto viaje del dios Dionisos a las lejanísimas tierras del Indo. Hay abstemios de nación, pobre gente, que pasarán por este mundo, por larga y atenta que sea su vida, sin comprender que el vino es uno de los elementos principales que nos separa de la zoología y que ha dotado de noble extravagancia a unas tradiciones de conducta que, sin la intervención de Baco, serían aún más esclavas de la humillante tiranía de la lógica."
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La luz de la mañana es tan bondadosa aún... Recuerdo mal el verso de Auden, pero me llega con luminosidad su mensaje clarividente. Su palabra enciende mis adentros, y la dicha se produce en esta conciencia: la mañana tiene la bondad del porvenir. Es tanto como decir que anulamos de repente la esperanza porque ya no tiene sentido, ¿qué sentido puede tener para el hombre ver en el ahora, en la luz de esta precisa mañana, el mañana mismo? Anularíamos el concepto del tiempo, con su pasado y su futuro fulminado por este golpe de lucidez, o de extrema locura. ¿Qué otra cosa puede ser la felicidad?
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Kitos, 18 mayo 2010
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