Agosto 2010
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Estas piedras son parte del material que "sustraje" el pasado agosto de las playas gaditanas de Rota. Todas están perforadas, atravesadas por uno o más agujeros. Me resultan especialmente llamativas y novedosas dentro de las tipologías que he llegado a manejar hasta hoy en día. Este nuevo material dará nuevos resultados, lo cual significa para mí una especie de renovación, de aliento y de impulso por seguir trabajando el sujeto pétreo.
Cada piedra tiene un enigma, pero sí está horadada tiene unos cuantos. Y es la presencia de la cavidad insondable, del círculo negro y del estrecho vacío lo que aporta una sensación de peligro, de miedo, de inquietud.
Es la cavidad del pozo sin fondo que llega a ser ojo sin pupila. El hoyo que comunica a las dos caras y se convierte en canal y en puerta. La boca que habla del olvido y en silbido se torna al recobrar la memoria. La entrada al futuro y el regreso al presente. El espacio donde surge la nada, en medio de la materia, en medio del cuerpo, en medio de la cara. El respiradero de la materia, el cráter del aire, la fuente del vacío.
En sentido figurativo lo tenemos claro: serán caras y los agujeros los correspondientes ojos. Así se pueden ver cabezas de animalitos (los de un sólo ojo, puestos de perfil, según se coloquen sus hocicos) o de fantasmas (los de dos ojos). Ahora sólo hace falta pasar con ellas dos o tres años antes de sacar a la luz cualquier ser que pueda llamarse obra.
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