Noviembre 2010
______________________________________
______________________________________
En reconocimiento a la existencia de las pequeñas cosas realizo el sencillo acto de elevarlas, de enfrentarlas al cielo y dirigirlas al sol desde su lugar de ubicación. No pretendo que contenga ritual mayor. Coger una piedra del suelo, elevarla y volverla a dejar. Sin cambiar nada más. Cuando coges una piedra suele utilizarse para tirarla, lanzarla contra algo, en forma de ataque o defensa. Efectivamente es un arma ancestral pero que decidimos, nosotros, seres civilizados, no buscar ese fin. Salvo que te hieran de lleno.
Este es un proyecto que quisiera hacer en todas las partes de este planeta al que llamamos Tierra. Allí donde encuentre belleza en estado puro o que así lo sienta. Ese es, en resumen, el gesto que contiene la piedra dada por el mundo y para el mundo. Y pienso que este proyecto incluye a otras personas, que se puede extender y hacer una obra colectiva, compuesta por un conjunto de fotografías en las que se incluya mano, piedra y paisaje. La mano que ofrece, la piedra elegida y el lugar encontrado. Su contenido es únicamente poético. No pretende más que ser un gesto de respeto, de gratitud y de amor.
Pero mi inteligencia me lleva un poco más lejos. Y pienso (¡oh milagro, oh desdicha!) que ese simple quehacer es una actitud ante la vida y ante la muerte. No deberíamos dejar nada tras nosotros y reconocer lo que sencillamente tenemos; si no somos capaces de mejorar el mundo, tampoco lo desmejoremos. Intervenimos y deshacemos nuestra intervención. Perfecto. El no dejar constancia en el mundo tampoco es tan malo, incluso puede llegar a ser una gran virtud. Dejo para otro día los asuntos de la justicia, los motivos por los cuales la piedra dada se convertirá en pedrada. Os anticipo que ese será otro capítulo del proyecto.
Amigos de todos los rincones del mundo: el plazo está abierto.
Este es un proyecto que quisiera hacer en todas las partes de este planeta al que llamamos Tierra. Allí donde encuentre belleza en estado puro o que así lo sienta. Ese es, en resumen, el gesto que contiene la piedra dada por el mundo y para el mundo. Y pienso que este proyecto incluye a otras personas, que se puede extender y hacer una obra colectiva, compuesta por un conjunto de fotografías en las que se incluya mano, piedra y paisaje. La mano que ofrece, la piedra elegida y el lugar encontrado. Su contenido es únicamente poético. No pretende más que ser un gesto de respeto, de gratitud y de amor.
Pero mi inteligencia me lleva un poco más lejos. Y pienso (¡oh milagro, oh desdicha!) que ese simple quehacer es una actitud ante la vida y ante la muerte. No deberíamos dejar nada tras nosotros y reconocer lo que sencillamente tenemos; si no somos capaces de mejorar el mundo, tampoco lo desmejoremos. Intervenimos y deshacemos nuestra intervención. Perfecto. El no dejar constancia en el mundo tampoco es tan malo, incluso puede llegar a ser una gran virtud. Dejo para otro día los asuntos de la justicia, los motivos por los cuales la piedra dada se convertirá en pedrada. Os anticipo que ese será otro capítulo del proyecto.
Amigos de todos los rincones del mundo: el plazo está abierto.
Pues estoy en ascuas con esto de convertir la piedra en pedrada. ¿Qué asuntos de la justicia son ésos? Espero impaciente y, desde luego, si podemos dar pedradas sin hacer daño, me apunto enseguida.
ReplyDeleteBesos de un coco liso beligerante.
Tranquilidad, exaltados del mundo!!! Y sí, serán muestras de lucha,... por ahí van los tiros, o mejor dicho, las pedradas. Es un eventual cambio de rumbo en la poética de la piedra humanizada. Puesto que el hombre no se puede quedar perennemente cruzado de brazos, la piedra tampoco se quedara eternamente contemplando. En fin, que aún tengo mucho que pensar sobre ello.
ReplyDeleteNuevamente, gracias por tu interés.
Besos