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Mi existencia no entiende de prisas. Es un decir eventual. Normal que luego, pasado el tiempo, mi cara refleje toda la insensatez y la idiotez de mi actitud. Acabo de hablar con un antiguo amigo de la Autónoma; hace tiempo que no nos vemos pero hablamos, sobre todo mediante el chat del facebook. Le he contado que en breve vienen a Madrid los The Chamaleons, pero que ante todo me gustaría conocer Perú, sin prisas claro está, durante un año o más, con tiempo suficiente -sí es que lo hay- para examinar sus culturas in situm y convivir con las poblaciones indígenas, como haría un arqueólogo, un antropólogo o alguien seriamente interesado que sobrepasara el umbral de la "curiosología". Sabiamente, en pocas palabras, me ha dicho: "posible es, pero espabila, que luego pasa el tiempo y se nos queda cara de gilipollas". Qué gran verdad, amigo.
El tiempo ha pasado y al ver mi Autorretrato de hoy siento, por un momento, el peso de un gesto amargo recolgando entre mis huesos. Y miro el mapa y vuelvo a Perú, y pienso en los muros ciclópeos de Sacsayhuaman y en las técnicas perdidas de los incas para "moldear" las piedras, en las ruinas de la legendaria ciudad del Machu Picchu y los "males y bienes" de alturas, en las enigmáticas líneas de Nazca y sus "tiralíneas celestes". Sueño de nuevo y vuelvo a internet y busco más información. Pero, para qué más, si lo que me hace falta es dinero para volar. Y tal vez valor, mucho valor, mucho más del que hoy tengo, para ir solo y a la aventura, que se dice -pronto.
Paso a paso, punto por punto, recorreré su geografía, y dibujaré con mis huellas nuevas figuras del espíritu. Yo ya les tengo nombre: los puntos de Renazca. Otro sueño, otra posible vida mía.
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