Diciembre 2011
_______________________________________________________________
En la pequeña plaza de San Felipe, de Zaragoza, el precioso Palacio Argillo es hoy un museo dedicado integramente a la obra del escultor aragonés Pablo Gargallo (1881-1934), el autor de aquella obra que me sobrecogía cada vez que visitaba, aquí en Madrid, el Reina Sofía. Se trataba de El profeta, hoy situado en el centro del patio de dicho palacio, del cual no puedo ofreceros mejores fotografías, pues los vigilantes de sala, por mandato del Ayuntamiento, no permiten a los visitantes fotografiar las esculturas. Yo hice lo que pude al pedir permiso para fotografíar parte del interior del edificio, y ya de paso, hacer alguna más, como la bellísima Pequeña maternidad (1931) que tenía a mis espaldas y que un rayo de luz, filtrado por la cúpula de cristal, iluminaba con sesgos divinos.
Deciros que la entrada cuesta cuatro euros, salvo que seas un parado más como yo. Deciros que éramos los únicos visitantes una mañana de viernes de mediados del mes de diciembre, que es como mejor se puede admirar, porque es como si estuvieras habitando con estas obras que más bien parecen (que son) seres. Deciros que no pudimos ver la tercera planta donde tienen las Máscaras y otras joyas (qué gran desconsuelo), porque estaban arreglando el suelo. Y deciros que aún así merece la pena entrar para conocer obras tan desconocidas y potentes como: La bestia del hombre y La pareja (1904), Mujer del espejo (1934), Urano (1933), Muchacho en la playa, Torso de adolescente (terracota, 1934); y las impresionantes concavidades cubistas de Mujer sentada, Mujer acostada, Maternidad, Pequeño marinero con pipa y Galgo, todas ellas realizadas en 1922.
El museo también incluye la proyección de un ameno audiovisual didáctico sobre la obra y la vida de Gargallo ,y la planta superior, dedicada a dibujos, grabados, bocetos y plantillas preparatorias la mar de interesantes, sobre todo los cartones-patrones con los que componía más tarde muchas de sus esculturas. En definitiva, y en serio: una visita muy recomendable si estáis o pensáis visitar Zaragoza.