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He aquí el texto más clarificador de cuantos últimamente han caído en mis manos. Pertenece a Antonio Molina Flores , profesor de estética de la universidad de Sevilla, y fue publicado en la revista Fedro en febrero del 2007 bajo el título de Piedra y palabra. A propósito de Chillida y Valente. En este breve ensayo el autor traza un recorrido cultural en torno a la piedra, y en consecuencia al arte mismo y al artista. Sé que volveré sobre este texto pero de momento os adelanto unas cuantas líneas.
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Pensemos en los paseos del poeta Williams Worsworth por Lake District. El poeta pasea y a su regreso vuelve con una piedra en el bolsillo o tal vez un poema, como otro poeta que encontraba sus poemas caminando, Claudio Rodríguez. Imaginamos a Richard Long andando con paso seguro, caminando en silencio, pero no distraído o canturreando. Tal vez pensando en un verso de Wordsworth, como el personaje de Desgracia, de J.M. Coetzee. O tal vez pensando en la insignificancia de la obra y la importancia de una piedra.
La obra es un punto de fuga hacia el infinito y por eso puede entenderse como metáfora.Pero las piedras son objetos concretos y ha de producirse una operación de transformación o metamorfosis a la que podemos llamar arte, para que a esos objetos tan terrenales que son tierra y siempre están pegados a la tierra, se les adhieran ideas, sentimientos, pensamientos y emociones.
Y si entendemos esta operación tal vez entendamos qué es esto del arte.
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