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El sol de julio repasa la tierra como un fogonazo a cámara lenta. Julio deja a mis piedras descubiertas, pues a las hierbas rebaja y las deja así de retostadas, de resecas. Vuelvo al lugar donde meses atrás dejé a una población de máscaras mirando al cielo. Y lo que me sorprende es haberlas encontrado en tan buen estado. Como sabéis, mis obras en piedra no conservan la eternidad de la talla. La piedra es libre y queda a merced de la acción animal: puro azar, puro tránsito. Vuelvo al lugar descubierto. Lo que conozco reposa en un superficie en llamas.
El sol de julio repasa la tierra como un fogonazo a cámara lenta. Julio deja a mis piedras descubiertas, pues a las hierbas rebaja y las deja así de retostadas, de resecas. Vuelvo al lugar donde meses atrás dejé a una población de máscaras mirando al cielo. Y lo que me sorprende es haberlas encontrado en tan buen estado. Como sabéis, mis obras en piedra no conservan la eternidad de la talla. La piedra es libre y queda a merced de la acción animal: puro azar, puro tránsito. Vuelvo al lugar descubierto. Lo que conozco reposa en un superficie en llamas.
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