Ficha Técnica
Título: "Seº" [Otros: "Sé y desaparece" / "Games of Delfos" / "Pedagogía de campo" / "Es muy fácil decir: Sé tú mismo, pase lo que pase]
Técnica: Fotografía digital.
Medidas: 280 x 210 mm.
Año: 2017
Precio estimado: 100 €
Autor: Carlos Medel Redondo
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I
Acabo de recibir una noticia. El centro donde realicé el ciclo superior de Grabado y Estampación ha seleccionado mi proyecto para presentarlo a un tinglao. Vean:
DIMAD, junto a su comité organizador, y en nombre del Comité asesor de la Bienal
Iberoamericana de Diseño y del Consejo Rector del 8o Encuentro BID de enseñanza
y diseño, invita a los centros iberoamericanos de formación en diseño a participar
en una muestra colectiva de diseño joven de Iberoamérica (bid_est) a través
de una selección de los mejores trabajos de sus alumnos en curso, recién graduados
y/o de posgrado como resultados de aula y de innovación formativa.
Así empieza el archivo que he recibido esta mañana a fin de informarme sobre tan interesante convocatoria.
Deputamadre -digo para mis adentros. Es algo que le levanta el ánimo a cualquiera. De tal modo que solo he tenido que mandar imágenes para que el centro (
Arte10) gestione el resto, tras mi consentimiento.
Hacía tiempo que no indagaba en el material con el que compuse La Huella del Fuego; de eso hace dos años ya. Entre el maremágnum de imágenes he elegido una veintena, y la escuela que elija cuales son más aptas. Cada centro de enseñanza puede mandar cuatro proyectos. No espero nada, pero hay premios de los que no tengo ninguna información. Tampoco la he solicitado, de momento.
Como decía, entre el maremagnun de imagenes almacenadas en un
pendrive semiperdido he podido hacer una rápida criba. La imagen que os muestro no está dentro de las elegidas, pero es la protagonista de hoy. Una
-S construida con ladrillos y una -
E de carbones. Sobre la palabra formada -SE- hay un pequeño círculo: un signo -el de los grados
Celsius-, o una potencia elevada a cero, un exponente nulo y absurdo, como la aureola de los santos.
Halo, limbo y gloria. Trabajar con el
no-ser después de haber sido tantas cosas y ninguna. Trabajar con el
no ser de este mundo que ya no reclama lo divino como parte esencial de la vida. Ahí lo dejo, para que cada cual saque lo que tenga que sacar. No voy a estar siempre desarrollando la función de poeta y a mataros de aburrimiento en consecuencia.
II
Me arriesgo, y acometo de nuevo los quehaceres de poeta -o de teórico de la imagen, porque ya hace tiempo que os maté de aburrimiento a todos. Aburrir es un recurso que los poetas emplean para quedarse solos y desarrollar así su aburrido -aunque sacro- oficio. Cirlot tendría tarea conmigo, pero él ya nos dejó su legado y somos nosotros los que debemos de hacer de Cirlot. Cojo la pértiga en mano y salgo pitando. Mi turno llegó.
La primera letra del ser y del saber -y su imperativo, o sea la -S-, es una construcción efímera, una escalera de dominó que induce directamente a la idea de su pronta caída. La -E tiene en su ser los carbones del ayer. Es todo un llamamiento a la construcción del Ser, a recomponerse tras el incendio. El carbón en sí es una mina. El carbón será la tiza que dibujará la causa de su naturaleza. No sabemos dónde o sobre qué dejará su negro rastro aterciopelado. El carbón, a parte de símbolo, es una herramienta vital de dibujo y una materia combustible con la que calentarnos en los fríos días del mundo.
El ladrillo es otra mina, una cantera rebosante de símbolos. Cada ladrillo es una ciudad entera, y por ende, un hombre perdido entre sus calles. Pero ante todo es una pieza. Aquí, en la serpiente de dominó, cada ladrillo conserva tizna de la hoguera a la que perteneció. Y le doy su importancia por lo que es en sí y por lo que construye con el resto. Cada ladrillo debe de estar a una distancia determinada, la justa para que al caer haga caer al otro. Al siguiente, al próximo.
El ladrillo en sí es el símbolo actualizado de la hostia consagrada, pero conjuntamente el ladrillo forma una iglesia sin aparentes dioses. El ladrillo es la tabla de salvación de cualquier nihilismo, la tabla de adobe en blanco que espera tu escritura
culiforme. No puedo hablar en serio: las cosas más serias me hacen gracia. El ladrillo no es un Iphone, ni un Smartphone, ni un Hawai. El ladrillo es un
brick de arcilla, una dosis de tierra racionalizada que, en mi caso, quisiera personalizar.
Cualquier formación de ladrillos es una escultura única que activa el paisaje. Es como la mano del hombre, como una huella de nuestra civilización. Es el símbolo de la clase obrera, de la cual no quiero ni hablar. De momento.
La -
S de Sol y de
Sun, alumbrada desde
Photoshop. La -
E de Eclipse, sombreada de igual modo. Y la luna a la izquierda, en el círculo que antes marcaba cero grados
Celsius. De tal manera que nos encontramos con otros símbolos de repente. (Pedagogía con un ladrillo en la mano, a modo de
Hamlet, pero con el corte del existencialismo social) Un nuevo jeroglífico se abre ante mis ojos. No sospechaba yo que ya tenía resuelto el enigma, cuando volvió a ramificarse. Pedagogía con lo que hay a mano. //// (
SEO o no ser). El caos siempre se retroalimenta.
III
Lo importante es formar una fila, un dibujo, un signo, un diseño, una escultura, y que con su presencia matérica sea capaz de cambiar -y potenciar- el paisaje presente. El paisaje desciende a lo terrenal, tú actúas en la tierra que pasarás a llamar propia. Tu acción es un exorcismo que sacude de encima el polvo de la enajenación en la que vivimos. He dado vueltas a esta idea anteriormente, pero no sé si la tengo del todo completada. Ayudadme, dioses ocultos; ayúdame Apolo, ayúdame Homero.
La tierra propia no tiene propiedades privadas. Es un territorio, y por lo tanto es de todos. Concretamente, la tierra es de quien la trabaja, de toda la vida. Ya lo dijo aquel bárbaro barbudo, tan denostado y ajado hoy. La tumba del marxismo no ha hecho más que crecer, y sobre ella crecen árboles frondosos.
En cualquier caso y a lo que íbamos: hacer dominós de ladrillos o simplemente utilizarlos para componer figuras -a ser posible una superficie despejada- es una forma de diseñar exteriores. Encajaría perfectamente en Diseño de exteriores o en Arquitectura efímera. Creo. De un modo sostenible con el entorno, de un modo que soluciona un desastre, que busca soluciones a situaciones caóticas y da aliento a seguir construyendo en medio de las cenizas. Dicho de otra manera -según uno de los objetivos específicos de las bases: "Promover visiones innovadoras que aporten soluciones responsables y sostenibles en un entorno en constante cambio."
La solución es generar arte en medio del desastre, no para hacerlo bello -que también- sino para reflexionar "sobre lo que estamos a punto de hacer". De un modo que ayuda a potenciar la reflexión , sea a nivel social (revisión del modelo social y económico, consecuencias del hiperdesarrollismo) o a nivel personal. "Potenciar la reflexión y la innovación pedagógica en el ámbito académico", es uno de los objetivos generales que vienen en las bases de la convocatoria. Otro que creo cumplir.
"Fomentar el uso de nuevas tecnologías y de materiales no convencionales para posibilitar el trabajo de los diseñadores en espacios singulares." En ese sentido encuentro mi lugar en la sociedad. Mi trabajo sería el de diseñar exteriores, espacios singularmente olvidados, marginados. Descampados, periferias, parques, puentes, lugares todos que guardan en común la desidia de nuestros días de forma elocuente.
Esa desidia es común al mundo, y a nivel personal también encuentro desidia a espuertas. Trabajar mi desidia en los lugares más desidiosos, canalizarla. Trabajar en el lugar que me simboliza es poner toda la carne en el asador, aunque solo haga mirar. Otro enigma queda resuelto -hasta que vuelva a ramificarse- gracias a la invocación del oráculo. Con un
click visual quedo deslumbrado. De repente me encuentro con algo en lo que creo que ya tengo una larga experiencia. Muy anárquica y heterodoxa, eso sí. Hermanas, soñar es gratis. "Sé tú mismo", ya te lo dijo el
Oráculo de Delfos.
IV
El
Oráculo de Delfos no era más que un ruinoso templete en una zona montañosa de la antigua
Helade. Estaba rodeado de bosqués y barrancos y por sus grietas emanaban gases del interior de la tierra. Se tiene entendido que el oráculo era custodiado por unas sacerdotisas con poderes adivinatorios. Al parecer, inhalando aquellos vapores entraban en trance hasta que en su delirio interpretaban algo. Sólo ellas podían acceder a tal misterio.
No se sabe cuánto tiempo estuvo operativo el oráculo, pero, a parte, me gustaría saber la edad media de aquellas imponentes mujeres que podrían confundirse con las
Náyades. Sólo se sabe que la fama que adquirió en el mundo antiguo ha llegado a nuestros días y que de poco nos ha servido. Valga este homenaje para reivindicar el poder adivinatorio que los campos guardan para nosotros, ya sea en Delfos, en Leganés o en las Conchinchinas.
V
El oráculo de Delfos desprecia los libros de autoayuda. Es otro de sus juegos, otra de sus puertas. Entre el saber y el creer hay un espacio innombrado.
VI
La gente, al rezar, sueña con dios a su conveniencia. Invocar, lo llamaban los antiguos. Hoy es solo acuciar aún más la somnolencia implícita a la religión. Soñar, rezar, les salva del mundo. En esas sagradas negaciones hay una afirmación de ficción que oculta la realidad del mundo. Al fin y al cabo, la vida es otro sueño, no siempre más macabro. La vida es otro milagro que cumple los sueños de
Apolo.