Friday, 24 May 2019

RINCÓN DEL AIRE (simbologías alucinadas de la dinámica del pliegue)


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Ficha Técnica

Título: Rincón del aire [Otros: "Plegaria del prisionero" / "Tanguillo inédito"]
Técnica: Fotografía digital sobre papel, intervenida a mano mediante cosidos. (Hilo amarillo).
Medidas: 28 x 21 cm.
Año: 2019
Precio estimado: 150 €
Autor: Carlos Medel Redondo



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El hilo amarillo ha demostrado su eficacia estética a la hora de intervenir sobre el blanco y negro, aunque el presente ejemplo no sea el mejor me basta para reafirmarlo. Cierto abuso lo desmejora, sin embargo me permite seguir avanzando en el proceso creativo. De hecho, esta obrita es una de las primeras con las que inicié el mes pasado la serie de intervenciones con hilo.

El árbol es también protagonista de la imagen y el hilo no lo olvida: trepa por ellos como las orugas. Recae sobre el árbol el acento del amarillo, como si fuera el rastro luminiscente del bicho. El dibujo se basa en breves aristas, en rectas que se pliegan y se repliegan sobre los dos árboles. Lo de la mesita con el bodegón pintado a mano con acrílico...mejor ni comentarlo.


El hilo de Ariadna sigue dibujando los confines del laberinto. Aquí hace del árbol seco una rara especie de momia -o crisálida, tal vez de oruga procesionaria. También hace del árbol un prisionero encorvado, atado de pies, manos y cabeza. El hilo de Ariadna -rayo de luz- desvela la presencia de los kodamas de cada árbol y los representa. Ambos parecen opuestos.  De uno dije que es momia ,crisálida y prisionero encorvado. Su kodama no se rinde. Sobrevive al árbol. Su kodama me ha dicho que se conformaría con ser la empuñadura de una espada invisible, quizás espada del aire y del tiempo. O una navaja cerrada. Todo en él es contención, se pliega sobre sí mismo.



Del otro árbol no he dicho nada y ya toca. El hilo recorre la punta de las ramas como un pájaro cantor y traza un abanico con el que aliviar la fatiga del prisionero; un abanico con el que sacudir el polvo a la momia; un abanico con el que citar a la oruga procesionaria. El abanico no es más que otra metáfora de las alas de una mariposa. Así que me quedo  con ese pliegue y repliegue de líneas rectas ya sea árbol, abanico, mariposa, polilla, ser humano. Todo en él es expansivo, despliegue sobre sí mismo.

De los dos árboles juntos -y de la imagen en su conjunto-, tengo preparada una interpretación alucinada. Uno es el cantaor, el otro la bailaora. Escena flamenca en el rincón del aire. Folclore a espuertas. El árbol muerte, el prisionero encorvado, es el que mejor puede cantar, el que mejor puede expresar la profundidad del jondo dolor. El otro, pleno de ramas estiradas, gráciles y en movimiento, representa a las manos y a las faldas de la bailaora que se agitan con la sordo quejío del cantaor. Todo contraste y armonía, todo un espectáculo de flamenco en el tablao del Rincón del aire. Y no creáis que falta el palmero, aquí, al otro lado de la pantalla hay alguien al teclado, taconeando con los dedos al compás de un tanguillo inédito. 





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