El Gran Silbador fue extraído de una orilla rocosa justo al lado del yacimiento de La Illeta, en el término municipal de El Campello.
Desde allí silbaba a toda sirena -y sireno que pasaba, (es la versión más arcaica del chulopiscina, piropeador y vacilón) cotorreaba mediante soplidos y graznidos guturales con los cetáceos y ahuyentaba a los desperdicios plásticos con fuertes bufidos. Por las noches, cuando la luna completaba su circunferencia de luz, se le oía interpretar el Epitafio de Saikilos, y la pequeña bahía recogía su melodía en el silencio más rotundo de la madrugada para lanzar cada nota a la inmensidad del mar.
El Gran Silbador llevaba allí milenios, muy probablemente, hasta que acudí a su llamada. Dice que ya es hora de contar su historia, de cómo llegó hasta allí desde el extremo oriental del Mediterráneo y de cómo pasó antes por otros enclaves donde el hombre encontró fortuna y acomodo. El Gran Silbador es más del Mediterráneo que Serrat, que María del Mar Bonet, que Kavafis, que Robert Graves.
El Gran Silbador me cuenta también que conoció a Homero mientras, por entonces el joven griego, lloraba desconsolado en las proximidades de lo que después sería el puerto del Pireo. Desde entonces Homero lo portó en una saca de cuero a modo de amuleto hasta el final de sus días. La razón la conocí horas después cuando se animó en su charla al ver la buena compañía, oler el arroz a banda y sentir el frescor de las cervezas heladas.
Lo que realmente hacía el Gran Silbador no era silbar, como se supone, sino susurrar historias. El primero que las transcribió fue Homero y después Ovidio, a quién fue a parar la piedra silbante. No recuerda bien a otros que tal vez atendieran al nombre de Hesíodo, Temístocles, Plinio, Aristófanes o Plutarco.
A todos ellos les contó azañas y desvelos de marinos y comerciantes, de príncipes, aristois y guerreros, de esclavos, plebeyos y artesanos, de hetairas, ninfas y efebos. Historias de habitantes de otros lugares, de remotas islas, de lejanos pueblos, de extrañas costumbres, de fantásticos seres sin otro contexto que el mar, la costa, la playa, la tierra y el puerto.
A todos dio el mismo nombre: Odiseo; más tarde, a otro Héctor, porque fue perdiendo la memoria de sus nombres y la mitología de por entonces aceptaba de buen grado la extensión de su folletín con la aparición de los heróes. Y vinieron después otros como Jasón, Teseo, Hércules o Perseo para animar al hombre a encumbrarse sobre los dioses y superarse en valor y astucia, y enseñar con sus aventuras los confines de lo humano y lo divino.
En nuestros días, después de más de dos milenios y medio, le llamamos Ulises y le tomamos como una especie de superhéroe marginal y olvidado porque la Marvel no está detrás y no tiene sobre él los derechos reservados. Y no lo voy a decir más claro ni más alto.
Quién me iba a decir a mí que tras el baño del mediodía, después de la visita al yacimiento de La Illeta, iba a caer en mis manos el alef de la literatura universal por el hecho -o el gesto acostumbrado ya- de coger una piedra para tan sólo mirarla. Alfonso y Raquel lo saben bien, que buena cuenta hicimos los cuatro del arroz a banda, las ensaladas, las patatas al alioli, las cervezas, los licores y las secuelas de los calores a orillas del Mediterráneo.
Espléndido escrito como siempre Carlos. Me deleito con tus palabras.
ReplyDeleteFue un día maravilloso. El gran Silvador ya forma parte de nuestra familia. Le acogimos con cariño, y dispone de un lugar privilegiado en la casa desde donde observa todo lo que acontece.
Gracias por tu hallazgo, gracias por tu compañía, gracias por tus palabras...
Alf.
Sabía que quedar con vosotros para comernos un arrocito iba a ser buena idea!!
ReplyDeletePoner el oído cerca de él en noches de luna llena, y en otras...Tal vez os cuente la próxima gran epopeya moderna, o relatos de hoy que nunca han de morir, o sí, jajajajaa. El Gran Silbador es el abuelo cebolleta del mundo, la memoria dormida que en vez de roncar silba, la piedra que hace soñar a los hombres que ya no es piedra....
Aunque bien mirado, prefiero que te silbe y te inspire melodías y ritmos, etc..jajaaj, que sea el pájaro que te despierta cada mañana con una nueva canción.
Un abrazo silbador!
Gracias Alf!!!!!