Abril 2011_____________________________________________________
Sucede así: mi actividad creadora se centra en el tiempo, en su impertinente acumulación, en su seno azaroso, lleno de bondad y crueldad, de eternidad e instantaneidad. Mi deje de estudiante de historia no me ha abandonado del todo y compruebo mi manía de dar valor a la edad, de saborear en el paladar los tiempo que idos aún están escondidos. Sin embargo estos seres llevan escasos días sobre la tierra y ya demuestran tener miles de años. Es la obra presentida entre las piedras que late en mis ojos y que mis manos traducen en rostros. Unos rostros longevos, arcaicos, perdidos en los tiempos pasados y quien sabe si no en los futuros. Porque la percepción del tiempo es en cada cual distinta. Menos mal que aún me queda tiempo para leer, que es tanto como abrir los ojos y ver y aprender. Con esas he conocido a George Kubler y a su configuración del tiempo. Por lo demás, por lo que respecta a las piedras y a los ancianos, que cada cual saque sus conclusiones, o al menos, sus impresiones. Y que me cuenten ustedes.
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