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Aquí tenéis la estampa de una tarde cualquiera de primavera en el jardín del Edén. Bucólica a más no poder. Las ovejas pastan felizmente en la pradera, la recortan y la abonan a su paso, mientas Aziz compone el sueño de la siesta. El viejo equilibrio de la naturaleza al alcance de mi mano, de mis ojos, de mi alma. Parece hasta mentira que se pueda vivir estos episodios. Aunque no es tan difícil, basta con alejarse del ruido de los motores y de la esquizofrenia de los televisores. Como final os invito a que escuchéis ésto. Buenas noches. O buenos días.
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