Febrero 2011
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Aquí os muestro una de las mayores piezas que he realizado. Está en la pradera, a la intemperie, sin custodia de nadie y, por lo tanto, al alcance de todo aquel que por allí pase. Ese es uno de los riesgos de trabajar así. En la pasada entrada de Las piedra azules me referí a las acciones de otros seres humanos que por allí rondan, de los "golfistas", que al parecer son los "coloreadores" de piedras y de la pieza que respetaron, aún quitándola dos piedras. Aquí está. Y si digo que la han respetado es porque se mantiene la forma y la identidad de la pieza. También esbocé que se me habían adelantado, y era en esto precisamente, en jugar con la posibilidad de dejar esos espacios que bajo la piedra se crean, exentos de vegetación (pero por lo común llenos de vida, y de bichos). Así en una misma pieza se pueden mostrar tres naturalezas: la pétrea, la vegetal y la terrenal.
Aparte, he querido mostraros una secuencia temporal del recientemente bautizado Obrante. Es sólo un trimestre. El proyecto que me he propuesto realizar dura un año para registrar así los cambios que se producen a lo largo del ciclo anual, ya sean naturales o accidentales. Veremos si resistimos.
Igual consideraron que sobraban. Ya sabes, todo es tan subjetivo...
ReplyDeleteSin embargo, ahora que han pasado unos días, veo que es cuestión de respeto. No me gustan nada esas piedras azules, pero las dejaré allí. ¿Qué pasaría sí yo que considero sobremanera que sobran esas piedras azules, las quitara de donde las han colocado? Probablemente sembraría una disputa absurda en un espacio tan apacible. Ya sabes, todo es tan absurdo...
ReplyDeleteComo ves he preferido tomármelo lo mejor posible, intentando sacar partido y concienciándome de los riesgos que corre mi proceder artístico.
Saludos