I
"Las cosechas" es el título de una estampa que el pasado mes de abril realicé en El Mono de la Tinta. Esta estampa recoge una selección de fotopolímeros de mi proyecto final de Grabado y Estampación en Arte 10. No me canso de recordarlo ni de trabajar sobre este proyecto. Su desarrollo me es necesario sin saber su porqué, quizás porque no ha tenido aún ninguna repercusión en ningún ámbito, o que quizás dos series (Cuaderno en llamas y Campo de visión) son pocas para lo que pueden dar estas singulares tierras, abonadas de abandono, pensaba. Sólo hay que seguir sembrando. Insistir.
Recorrí mil veces sus senderos, mil veces me desvié de ellos, adentrándome en las carnes de la tierra. Siempre estuve atento a sus desangelados suelos y a sus formidables cielos. Hoy como ayer, aplazo el momento de volver a recorrer ese territorio (frontera social y vertedero industrial) en el que la huella de su pasado agrario aún es perceptible. Abandono y destrucción abundan por sus lomos, y eso seguro que no ha cambiado. Entonces, ¿para qué volver?-me pregunto. Para recuperar la memoria, me digo. Con la memoria llegará la conciencia y con la conciencia la ocupación de la tierra, -me sueño.
Ya cumplí mi misión: poblar este territorio de obras, reclamar ese espacio como una huerta artística que puede dar singulares frutos, en mi caso. Pongo orden en los vertederos y así minimizo el impacto visual y medioambiental de macabro agravio que la sociedad comete allí donde se deshacen de lo que ya no quieren. Pero también es una denuncia, una llamada de atención que avisa de la negligente práctica que hiere la tierra. Hoy, muchos meses después, vuelvo y revuelvo: insisto sobre este territorio porque es la cuna del monstruo al que doblegar.
Yo utilicé las ciencias y las letras con el afán de despertar a las fuerzas telúricas, y que éstas, reencarnadas en los símbolos que iba construyendo, fueran capaces de enseñarar al mundo y a la sociedad una lección de la inteligencia humana bajo la fórmula curativa del arte. Es decir, mi arte actúa sobre lo malherido y abandonado, -ese es su abono-, sobre esos despojos que hieren la tierra y transforman el paisaje; mi arte actúa sobre esa delincuencia negligente de tirar basura e ir acumulando despojos al antojo de cada cual. Y actúo gracias a que existen, como un médico o un cirujano existen porque existen las enfermedades. El artista es un curandero social. Y a la vez -y simplemente- un agente que actúa en su entorno.
Crear para curar. Poner todo el cuidado y amor sobre las heridas con estos apósitos de papel estampados que recuerdan mi quehacer por aquellos campos desahuciados. No puedo evitar, como dije, volver a los signos y a la tinta con esa extraña combinación de gozo y perplejidad que produce el estar haciendo no sólo lo que realmente me interesa, sino también creyendo que cumplo con un bien e interés cultural y social.
II
Por eso que me decidí a ir al taller El Mono de la Tinta a estampar parte de dichas matrices de fotopolímeros en un mismo papel. He obtenido una estampa fabulosa, bueno, dos. Aquí os las muestro. También he obtenido calor y saber en este maravilloso taller de grabado, situado en la Cava Alta del madrileño barrio de La Latina. Un placer mayúsculo. Conocimiento, saber estar y trabajar. Además, simpatía y buena sintonía. De fábula.
Ahora queda profundizar sobre las imágenes del grabado. Sus órdenes de lectura son múltiples; es lo primero que nos llama la atención. Doble pareja de ladrillos y algodones. Cada par con su color. No es un poker amigo, pero ésta mano es mía. Chistes malos para alargar o eludir ese enfrentamiento a los signos que propongo. Para ello analizaré cada uno por separado, eso sí, en otro momento.
III
Encuentro ahora, día treinta de octubre, el momento de abordar los símbolos representados en Las cosechas. Empecemos.
El primer símbolo es una cifra: el 0, un cero tumbado sobre el que hace un tiempo hablé y soñé aquí, un símbolo que emparejé a la nada, pero a una nada que empieza siempre a dejar de serlo. El origen de todo, digamos.
A continuación, y siguiendo el orden de lectura occidental, una especie de serpiente de ladrillos representa una letra: la S, también tumbada, que quiere transmitir el movimiento constante, la fugacidad de la vida, lo efímero de todo. Y no es casual su naturaleza curva. Nada permanece en la misma dirección; la vida gira para abrirse camino entre la maleza de la vida. De hecho, la S es la serpiente, símbolo de las fuerzas telúricas, de submundos y de dioses y demonios emparejados a la tierra y a la muerte. Pero también la serpiente fue, en el mundo arcaico, símbolo de la iluminación, de la sabiduría, del conocimiento. Diversas culturas de la antigüedad como los griegos (Medusa y las gorgonas), egipcios (Apofis, el mal, el caos, eran animales sagrados) o los aztecas daban muestra de ello. En el hinduismo, la serpiente es el Kundalini, la energía que duerme enroscada en el primero de los siete chakras, y que en su despertar proporciona al yogui el control de la vida y de la muerte. (Esa energía enroscada es también una espiral).
El tercer símbolo es la espiral. También he hablado extensamente de la espiral aquí, un símbolo de una riqueza inabarcable. Representa la vida, el motor de todo, la idea, el embrión que se ha gestado en el espacio de la nada. Hay quien ha visto una arroba (...) en la espiral. Yo, no veo nada más que un vértigo infinito que se expande y se contrae.
Y por último, el símbolo del infinito (...), la lemniscata, la curva que se riza, el bucle que se abraza. Una ecuación que se halla resuelta en sí misma, la tendencia de la vida que nunca tiende a la muerte, la correa de la historia que veloz sucede. El moviento constante de la S acelera en su scalextric, es su prolangación natural que cierra un circuito cerrado de doble círculo. En su punto de cruce suceden cosas que desconozco. Me siento, de repente, como Sherlork Holmes con muchas pistas y el caso sin resolver. Bajo mis lentes, miro las virutas del humo buscando en sus conexiones más indicios del infinito. Imposible, dejo en tablas la partida. No todo es cuestión de ganar, sino de desvelar los misterios que rodean a un símbolo primordial, plagado de significados.
Anexo:
Me pareció interesante que los signos numéricos fueran construidos con otro material -el algodón-, opuesto en su constitución física y visual a los ladrillos primeros. Lo duro del ladrillo contrastando con lo blando del algodón y dialogando entre sí. Dialéctica de signos y de materiales. Digamos que aquí, esta unión de ciencias y letras aspiran a sacudir la desidia y el abandono que sufren tierras que a todos nos pertenecen. Pero vosotros veréis. Yo, de momento voy haciendo mis siembras y recogiendo, cuando hay suerte y los elementos acompañan, las cosechas. Que las fuerzas telúricas nos acompañen.