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Este es otro ejemplo de mi actividad a la intemperie en este mes de enero. No son obras acabadas, ni mucho menos, son ejercicios de campo (breves pero no accidentales), una necesidad de contacto con el medio en el cual me siento pleno, y que, a la vez, me permite desarrollar dos aspectos básicos: conocer el material lítico que encuentro por estos alrededores, y la posibilidad de representar a gran escala (o mediana) diferentes modelos sobre el lienzo del prado.
Una novedad para mí ha sido extraer piedras semienterradas, cuando estas ofrecían un buen tamaño y aspecto. El hueco que queda tras su extracción me deja siempre pensativo. E intento darle una utilidad, o rellenar ese espacio oscuro con otras piedras de menor tamaño. En este caso uno de los ojos se compone con el hueco de una piedra semienterrada y una piedra cuadrada de menor tamaño en su centro.
Lo de dadaísmo es para indicar que el ordenamiento de las piedras alineadas no responde a otra razón que la cercanía de unas a otras, sin criterio estético alguno. Eso por ahora.
Únicamente me cabe añadir que ya son tres las composiciones (dos rostros con orientación al sur, y una indeterminada que mira hacia el oeste) que quedan en este espacio felizmente encontrado.
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